viernes, abril 26, 2024
Salud

¿Y cómo me dejo de tocar tanto la cara?

Piense, por un momento, si en algún instante del día usted se rasca los ojos o la nariz, si pone la mano en su barbilla o a lo mejor se toca las cejas o se palpa las orejas. A un hombre quizá le pica la barba o si usa gafas simplemente se las acomoda varias veces. ¿Se sintió identificado con alguna acción?

La universidad de Nueva Gales del Sur, en Sydney, Australia, presentó un estudio en 2015 llamado Tocar la cara: un hábito frecuente que tiene implicaciones para la higiene de las manos, en el que evidenció que, en promedio, una persona se puede tocar el rostro hasta 23 veces en una hora. Un montón, ¿no?

La investigación la hicieron con sus estudiantes de medicina para concientizarlos de su comportamiento y como para ellos, como galenos, era vital una buena higiene en las manos cada vez que iban a tratar a un paciente.

Este asunto se convirtió en tema de conversación ya no solo para médicos si no para el público en general por cuenta del nuevo coronavirus. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en las medidas de protección básicas contra este virus, indica en uno de sus puntos: “Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, ya que las manos tocan muchas superficies que pueden estar contaminadas con el virus y si se toca esas partes con las manos contaminadas, puede transferir el virus de la superficie a sí mismo”, escribieron en su página web.

Hay otro estudio, de 2019, de la Universidad de Leipzig en Alemania y del Instituto de investigación cerebral Paul Flechsig, que con sus experimentos y al analizar esos “autotoques faciales espontáneos”, precisaron que la carga cognitiva y emocional desempeña un papel importante en este hecho y que algunos toques (no todos) pueden estar relacionados con ansiedad o incomodidad o como señal de susceptibilidad a las distracciones.

¿Qué hago entonces?
Claudia Castaño se dio cuenta estos días de que se toca demasiado la cara, “es que soy muy alérgica, entonces vivo con la mano en la nariz y los ojos, no lo puedo evitar”. Quizá usted está en un caso similar.

El médico y profesor de la universidad Javeriana, Hernando Santamaría García, doctorado en neurociencias y cognición, explica que lo que se conoce de ese tipo de acciones, también llamados estereotipias, es que son muy frecuentes, “el humano usa el movimiento para explorar el entorno, es muy común que tengamos esos involuntarios y no es algo malo”, precisa.

Balancearse o tocarse el pelo son también estereotipias y cuando se hacen conscientes se da el primer paso para dejar de hacerlas.

En el caso de quienes se tocan la cara, Castaño ha aplicado un tip que le dieron, “me aconsejaron coger las cosas habituales, las llaves, la manija de la puerta, con la mano no dominante para ser más consciente del tema y si me voy a tocar la cara sea con la que menos toque otras cosas”.

El doctor Santamaría detalla que se pueden ligar a un acto mental o motor que desvíe la atención, “por ejemplo, cada vez que me dé cuenta de que me acerco las manos a la cara, hago consciente el movimiento y las llevo a otro punto del cuerpo, a un objeto o las puedo juntar”.

Otro consejo es poner atención a lo que está tocando en su día a día: el teclado de su computador, la puerta de un edificio o el carrito del mercado y considere que sus manos han tocado un virus para no tocarse la cara hasta que no se lave. “Sería pensar que aunque aparentemente sus manos están limpias, no lo están, por ser este un virus que no alcanzamos a ver, las manos permanecen contaminadas al contactar cualquier tipo de superficie”, recuerda Juan Carlos Beyoda, microbiólogo docente de la Universidad CES.

Así como tocarse la cara hay una cantidad de movimientos involuntarios que quizá no nota. Aproveche estos días de aislamiento para identificarlos y ser consciente de ellos. elcolombiano

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