jueves, abril 25, 2024
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Ana Tatiana y Shely: Las eternas muchachitas de Hernando Marín

 

Si los anhelos del compositor Hernán Marín se hubiesen cumplido, hoy estuviese cantando al lado de las dos hijas de su querer, Ana Cely, a la que cariñosamente llamaba Shely; y la menor, Ana Tatiana. Si no hubiese partido, sus momentos hoy serían de retozos folclóricos. Porque Marín tenía deseos, tenía ganas; pero más que eso. lo que quería era atrapar ese sueño que plasmó en uno de sus cantos más sublimes, titulado “Mis Muchachitas”, dedicado a sus niñas.

En esa canción, Hernando Marín cuenta una bella historia, dándole paso al papá enamorado de sus retoños, despojándose de todo machismo, develando temores internos o tal vez visionando que el tiempo jamás le alcanzaría, para verlas convertidas en lo que hoy son Ana y ‘Shely’, dos lindas e inteligentes mujercitas.

Mina Corrales, la mujer junto a la cual ‘Nando’ Marín vio florecer el amor, la madre de sus dos princesas; recuerda como si fuera hoy, el día en que el compositor se inspiró y “la botó toda”, creando esa bella obra musical, de la cual se apropiaron luego, todos los papas del mundo con alma vallenata. “Esa mañana, lo vi con la guitarra, en su chinchorro en el patio de la casa, sabía que estaba componiendo una canción, y para eso no gastaba mucho tiempo. Luego lo vi levantarse y subir las escaleras, es cuando me dice: ya le hice la canción a las hijas de mis sobacos, las que me han orinado, las que me han trasnochado; mis muchachitas”.

Con sólo seis años, Ana Cely cargando a su hermanita Ana Tatiana de meses, empezó a entender las mil formas de querer de su padre; cuando con guitarra en mano las ‘serenateo’ a plena luz del día cantándoles con su ser enternecido:

Hay veces que yo estoy dormido
Y siento en mis mejillas una sutil caricia
Quisiera extasiar el idilio
Porque son los labios de mis muchachitas
Despierto y miro sus caritas
Sonriéndome inocentemente
Quisiera detener el tiempo
Pero no se puede, pero no se puede.

Lo más sorprendente de todo, recuerda Mina, fue que Shely le correspondió el gesto a su padre, haciéndole una canción de niña, una canción de cuna; canto que su madre le grabó en un aparatico viejo para perpetuar el momento y que el progenitor henchido de orgullo guardó entre sus tesoros más valiosos, pero que por necedad de un tío de las niñas, de querer regrabar sobre un casette usado, agarró el que celosamente estaba guardado y se tiró el recuerdo.

Luego de esa creación que vino a complementar otras bellas canciones dedicadas a la madre de las pequeñas, entre ellas: ‘Pecadera’, ‘Urumitera’, ‘Mentira de las Mujeres’ canción donde también le había expresado su amor a Mina y a Shely. Luego de eso; Marín cada vez que se emborrachaba y llegaba a casa, despertaba a las niñas con la misma serenata, con la misma canción, con el mismo guayabo de verlas crecer, de sentir que un día muy lejano se irían de su lado; sin pensar que la separación sería muy pronto y para siempre. Sin creer que ellas serían las que lo perderían a él, antes que la vida le permitiera verlas “ser ya dos mujeres”.

“Y siento que se pasa el tiempo, Quitándole a uno, lo que uno más quiere”. Ahí en esa frase, es donde Mina Corrales piensa que se invirtió el destino, porque las que quedaron solas y desamparadas fueron ellas, las tres mujeres de Marín; tras el accidente que le costó la vida al juglar en carreteras del departamento de Sucre, un 5 de septiembre de 1999.

Cuando regrese festejamos

El festejo prometido era el cumpleaños del hombre de la guitarra bendita, Marín salió de su casa en Valledupar, una mañanita de finales de agosto, fue la única y última vez que durmió en la casa recién comprada por su mujer luego de ganar una lotería. Antes de partir, le prometió rosas y azucenas, arreglos para la casa que convertiría en un palacio para sus reinas.

Le prometió que festejarían a su regreso su cumpleaños, que era el 1 de septiembre; le prometió que todo sería lindo en el nuevo hogar; y se marchó supuestamente a contactar unos alcaldes amigos, para su nuevo disco. Pero ‘Mina’ no se echaba mentira y sabía que fue a perderse en la bohemia.

La noticia del accidente de Marín se regó enseguida por toda la costa, sus amigos de Villanueva conocían que no estaba herido, que no estaba grave, que había fallecido. A su mujer le dijeron lo contrario para que viajara tranquila a buscarlo. Ya casi llegando al sitio de la tragedia, Mina recibió la llamada que le cambió su vida por siempre. ‘Beto’ Barros desde Villanueva le confirmó la muerte de su marido. La musa de los cantos del poeta rebelde, no lo quiso ver allá. No lo quiso ver así. Prefirió traer su dolor de regreso para exorcizarlo junto a los suyos.

A partir de entonces, todo fue diferente para las mujeres amadas de Hernando Marín. Los amigos se alejaron como siempre pasa cuando ocurren casos como estos, cuando la estrella desaparece. El hermano mayor que prometió brindarles todo su apoyo se esfumo de sus vidas. Desde entonces a Mina a Shely y a Ana, les tocó luchar y descifras los días de la forma que iban llegando. Como a nadie le falta Dios, Consuelo Araujo fue la primera persona que se dolió del dolor de la familia del compositor y llamó a su mujer a trabajar con ella en el sótano de la Plaza Alfonso López. Después Lucas Gnecco, cuando fue Gobernador del Cesar, le ofreció trabajo en la Lotería La Vallenata. Y así, dando pasos, pero juntas, se levantaron de su tragedia y las niñas se hicieron profesionales.

Ana Cely que también heredó el amor por el canto es administradora de empresas; se casó, estuvo un tiempo en Bogotá trabajando y regresó a su terruño con una carga de amor, con su heredero Emilio, que hoy tiene cuatro años. Ana Tatiana se graduó de abogada y también está felizmente casada; Mina, sigue cultivando sus recuerdos, sigue adivinando la vida, apropiándose de un trozo de poesía donde vienen inmerso los miedos y anhelos de Marín por el futuro de las niñas, que a final de cuenta son esos mismos miedos y deseos que hoy cabalgan por los vericuetos de su alma, cuando en silencio canta:

Quisiera dibujar el tiempo
Esculcar los años, ser uno adivino
Para saber que les depara el día de mañana
Saber su destino
Quisiera regalar la vida
Para que mis hijas no sufran mis penas
Intento devolver los años
Juntando mis manos como una barrera
Pero amanece más temprano
Como si los años tuviesen carrera
Y siento que me están quitando
Todo lo que guardo pa´ dárselo a ellas

tarynescalona@gmail.com

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