Los perros que salvarán a víctimas de un terremoto e inundaciones en Perú
Atenea, Boki y Kia son aún perros cachorros, pero observan con atención a Owen, un labrador capaz de encontrar a una víctima enterrada en escombros.
En menos de dos años estos perros se unirán a él para ayudar a la población en caso de sismos y catástrofes como parte del equipo de perros de rescate de la Fuerza Aérea de Perú (FAP).
“Los científicos nos dicen que nos espera un terremoto terrible (…) para eso nos preparamos, para salvar vidas en caso de que suceda esto y nos necesite nuestra población civil e ir en su apoyo con esta capacidad que tienen nuestros perros de encontrar personas sepultadas en escombros”, señala a EFE el técnico supervisor Ricardo Aranguren.
El departamento de adiestramiento canino de la FAP, en la base Las Palmas del distrito limeño de Chorrillos, acoge a labradores y golden retriever, que asumen el rol de perros de rescate y también a otras razas especializadas en otras funciones.
Las habilidades de los perros
Ante la inminente llegada del fenómeno de El Niño, que provoca inundaciones en el norte del país, o de un terremoto, Aranguren explica que los perros de rescate deben tener ciertas características, como ser animales predispuestos al juego, sociables y con autonomía. También obedientes y con un olfato muy desarrollado.
“Lo que nos facilita el olfato de los canes es justamente ingresar a lugares confinados, edificaciones inseguras que probablemente se puedan colapsar, y te pueda dar la ubicación exacta de una persona que aún está con vida”, detalla por su parte el suboficial de segunda Daniel Barbosa.
Más rápidos y eficientes
El militar dirige operaciones de brigadas de rescate y relata cómo el can es parte de los equipos de cinco o seis personas con las que trabajan. Señala que estos perros son más rápidos y eficientes de lo que ellos pueden ser en estas labores.
“Tiene la autonomía total para buscar en cualquier tipo de terreno, discriminando todos los olores: personas, basura, comida, otros animales, sonidos, todo lo que sea solamente con el fin de buscar víctimas”, dice orgulloso Aranguren sobre Owen, de dos años y medio.
Pero para llegar al punto de este labrador color crema, los perros pasan por un largo proceso de entrenamiento en el que guías y entrenadores enseñan a diario a estos perros a desarrollar sus capacidades a base de paciencia, cariño, disciplina y juego.
Binomio guía y perro
Los próximos perros que se unirán a Owen y el resto son seis cachorros labradores de la misma camada de poco más de tres meses. Son hijos de perros buscadores y sus entrenadores esperan que la genética haya hecho de las suyas y sean también buenos compañeros de operaciones.
Cada uno de ellos tiene asignado a un joven de 18 años que cumple el servicio militar voluntario y que, desde hace dos meses y hasta dentro de un año, serán sus guías.
Estos jóvenes son responsables del perro que se le asignó y se encargan de enseñarles a ser sociables y corregir los malos hábitos como si fueran suyos.
Velar por la seguridad del perro
Dos de estos jóvenes explican que están muy contentos de que les haya tocado cumplir su servicio en el departamento de adiestramiento canino porque les encantan los perros y esperan poder seguir cuidando de ellos a medida que avancen en su carrera militar y, con suerte, trabajar en binomio en futuras labores de rescate.
“El binomio es el can y su guía. Netamente su trabajo es el de poder identificar y controlar también su tiempo de trabajo”, cuenta Barbosa al añadir que en las operaciones los perros corren y agudizan sus sentidos al máximo. Por eso, los guías tienen que asegurarse de que este trabajo no dure más de 15 minutos seguidos para que este no se canse en exceso.
Además, en los equipos de rescate el guía se encarga de velar por la seguridad del perro y orientarlo en todo tipo de situaciones.
Aranguren indica que es fundamental que cada perro tenga su guía porque entre el humano y el perro se establece una relación única de confianza que facilita luego las labores de búsqueda de víctimas.
Preparación para El Niño
demás de preparase para un eventual terremoto, la preocupación que tiene la Fuerza Aérea es atender lo que pueda ocurrir tras el paso de El Niño y las lluvias torrenciales que provocan desbordamientos de ríos, inundaciones y casas derruidas.
“Las brigadas se vienen preparando (…) Hemos formado acá cerca de 300 o 400 personas a nivel nacional dentro de la institución que pueden salir a apoyar en cualquier momento, tanto en el norte o en el sur, donde suceda la tragedia”, dice Aranguren.
En ese sentido, Barbosa añade que para que los perros estén preparados a todo tipo de situaciones y escenarios, los entrenamientos deben ser variados y cambiantes.
“Nuestro fin, definitivamente, es salvar vidas, niños, adultos, personas sepultadas, pero que estén vivas todavía, que necesiten de nuestro auxilio para sacarlas”, concluye el técnico mientras observa a los cachorros que esperan su turno de juego. ´ Con EFE