martes, mayo 14, 2024
Judicial

Vecino de 70 años fingía ayudar en las tareas a la niña que abusaba

Estaban almorzando. La mamá de la niña tuvo que pararse de la mesa por unos minutos a atender una llamada y cuando volvió, vio que su amigo y vecino, un hombre de 70 años de edad, intentó darle un beso a su hija de 7. No dijo nada. Fingió que no vio y una vez se fue, le preguntó a la niña qué había pasado. Ella fue clara: intentó darme un beso.

Para los investigadores de la unidad de delitos sexuales de la Policía de Bogotá que atendieron este caso, que la mujer no haya tomado ese hecho como un signo de alarma facilitó el presunto accionar criminal de este hombre en contra de su hija.

Era difícil para ella pensar que ese adulto mayor, que más que su vecino se había convertido en su amigo, casi su hermano, podría hacerle daño a su pequeña. Era amable, atento, en ocasiones él llevaba comida y ella la preparaba.

Estaban en el mismo edificio esquinero en el barrio Roma, en Kennedy. Es una casa de dos pisos, con tres apartamentos por nivel, y una terraza. Ella vivía en el segundo, y él en el primero, donde tenía un negocio en el que reparaba computadores y televisores.

Madre e hija llegaron a ese lugar en el 2017. Este hombre, en cambio, llevaba nueve años allí, viviendo solo. Tiempo después los investigadores de la Sijín se enterarían de que no tenía a nadie. Sin esposa, hijos, padres, hermanos, pero había encontrado su lugar en el mundo en ese apartamento que también era taller.

Y tenía un computador. En él, la hija de su vecina iba a hacer las tareas. En su casa no contaban con uno, así que la menor pasaba largas horas en la casa de ese hombre, quien supuestamente le ayudaba con sus estudios. Mientras tanto, su mamá vendía arepas al frente de la casa, sin sospechar lo que ocurría.

“La mamá observó que intentó darle un beso, y no indagó, ni tomó esa prevención, porque ella seguía bajando al apartamento, siguió como si nada, y ese fue un error de la señora, que no previó nada con lo que vio ni tampoco notó un comportamiento extraño”, explicó el investigador líder de este caso, un patrullero de la Sijín de la Policía de Bogotá con nueve años de experiencia.

Se supo la verdad

A principios de este año, una joven de 18 años, novia de un primo de la niña, quien iba constantemente a visitarla mientras esperaba a su pareja que trabajaba al frente, notó algo extraño. Se habían hecho buenas amigas, y solían ir a la terraza de la casa a pasar el rato. Una tarde, desde ese lugar, la menor le sacó la lengua al técnico en reparación de televisores y computadores.

“Ella le preguntó por qué hizo eso, y ella le respondió que porque ese señor le daba besos. La joven quedó sorprendida, y le dijo que fueran al cuarto a seguir hablando. La novia de su primo le manifestó que ella fue víctima de abuso sexual y que no quería que le pasara lo mismo, que le contara todo lo que estaba pasando, que ella no le iba a contar a nadie, que le tuviera esa confianza”, narró el investigador.

La niña confió, y le narró todo. El hombre, según el relato de la pequeña, aprovechaba cuando estaban solos en su apartamento para llevarla a su habitación, donde la tocaba. Esto pasó entre el 2018, cuando tenía siete años, y este año.

La joven le contó a su novio, y este, a su vez, a su tía, la madre de la víctima, quien recordó la escena mientras almorzaban y decidió ir de inmediato a la Fiscalía a denunciarlo.

Por lo sucedido, la menor se fue de ese apartamento y su hermano mayor obtuvo su custodia. Su madre no tenía los recursos suficientes para irse, y la cuarentena terminó por dejarla en ese lugar, en la misma casa con el presunto abusador de su hija.

Después de que se realizaron las respectivas labores técnicas de investigación para estos casos, como la entrevista forense en Medicina Legal a la menor, la corroboración de los testimonios, entre otras, la Fiscalía solicitó una orden de captura, que se efectuó el pasado 5 de junio. Esta persona fue presentada recientemente por la Policía junto a otros presuntos abusadores y violadores.

Uno de los uniformados que participó de esta aprehensión manifestó que el hombre manifestó ser inocente, que iba a ir a la Fiscalía a que le resolvieran su situación. Fue presentado ante un juez de control de garantías, que, pese a las evidencias presentadas, además de la advertencia de que en ese lugar había otros niños que podrían ser víctimas, fue cobijado con medida de aseguramiento domiciliaria.

El supuesto agresor sufre de diabetes, y ante la emergencia por el nuevo coronavirus, consideró el juez que no era conveniente enviarlo a prisión, donde correría un grave riesgo y podría fallecer sin que se conociera la verdad de esta denuncia.

Días antes de la captura, la mujer logró mejorar sus condiciones económicas y finalmente se fue de este lugar. Sin embargo, supo que su antiguo vecino vociferaba entre los residentes que todo era falso, que por esa razón estaba en su casa y no en una prisión.

“Que esté con domiciliaria no quiere decir que no sea culpable, sucedieron los hechos, pero el juez tuvo esos motivos (la cuarentena y que sufre diabetes) para no enviarlo a la cárcel, pero sigue vinculado al proceso. Por más que esté en la casa, él puede ser condenado. La señora está preocupada por eso, que se la pasa diciendo a todo el mundo que todo es mentira”, concluyó el investigador líder. Será un juez de la República el que decida el futuro de esta persona.

Delitos sexuales se redujeron en un 34 por ciento

De acuerdo con las cifras publicadas por la Secretaría de Seguridad, en el primer semestre de este año en Bogotá hubo 1.990 denuncias por delitos sexuales, 1..031 menos que el mismo periodo del 2019, cuando se reportaron 3.021 casos.

La única localidad en la que aumentaron en este periodo fue en Sumapaz. Allí, en los primeros seis meses del 2019 se presentaron tres casos, mientras que en el 2020 fueron 11, ocho más. Pese a esto la tendencia es positiva en la ciudad y la Sijín de la Policía de Bogotá seguirá capturando a violadores y abusadores. eltiempo.com

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