5 de diciembre
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Valledupar de abriles y su Festival Vallenato

La fiesta de acordeones en Valledupar que se realiza cada año en el mes de abril, no sólo es un evento autóctono que unifica a un pueblo en la región del Caribe colombiano enclavado en el talón de la Sierra Nevada de Santa Marta. El Festival Vallenato es también una expresión folclórica que atrae con el sonar de un acordeón a propios y extraños, a gente de todas las clases y condiciones sociales, que le es imposible estar lejos de uno de los eventos más tradicionales de la cultura de un Macondo grande, donde todo el mundo canta.

La capital mundial del vallenato o de ‘Los Santos Reyes’, como se le conoce a Valledupar, es el escenario del duelo musical donde cada año se dan cita los más connotados músicos de la región y del país. Sin embargo, el asunto no se ha quedado ahí; puesto que hoy llegan acordeoneros de otras naciones, con la valentía necesaria para enfrentarse a los que desde muy niños crecieron conociendo los secretos del instrumento, arrancándole lágrimas de poesía, hasta convertirlas en cantos.

El país vallenato es conocido mundialmente como el único lugar del planeta, donde los hombres se la juegan por una corona en un concurso que no es precisamente de belleza.

Preparándose para ser rey

Desde cuando se está niño, además con un talento innato, en el ‘Valle de Acordeones’ las familias comienzan a colocar los elementos necesarios para la preparación del futuro rey. Algunos, como los chiquillos que vienen de dinastías musicales, no necesitan ni siquiera entrenamiento. Los de esa categoría tocan a partir que comienzan a dar sus primeros pasos por la vida, con sólo escuchar a sus padres. Luego se convierten en pequeños genios del acordeón y lo evidencian a la hora de pasar su primera prueba de fuego en el concurso de Rey Vallenato Infantil.

Muchos de esos niños han logrado la hazaña de ganar todas las categorías del evento, como el caso del Rey de Reyes del Festival Vallenato, en su versión número 40; Hugo Carlos Granados, que ostenta cinco coronas.

El andar de la historia

Innumerables cosas han pasado en el Festival de la Leyenda Vallenata desde que se eligió el primer rey en el año de 1968. De una tarima improvisada en la Plaza Alfonso López, templo del evento creado por personajes de la talla de la ex ministra de Cultura, Consuelo Araujo Noguera, el Presidente Alfonso López Michelsen, y el Maestro Rafael Escalona Martínez; que un día recordó el trasegar de los 41 años del evento, cuando inició con unos pocos turistas del interior del país invitado por los jóvenes que tenían la suerte de poder salir de la provincia a estudiar; hasta la transición del mismo a un escenario monumental como el Parque de la Leyenda Vallenata, donde se han coronado los últimos tres Reyes del Acordeón.

Fueron pocos los periodistas que llegaron en ese tiempo a Valledupar y los que lo hicieron fue más que todo por solidaridad con los amigos vallenatos y por curiosear como les iba a quedar el experimento. Entre las anécdotas de la creación de la ‘Fiesta Vallenata’, está una contada por ‘La Cacica’, Consuelo Araujo, cuando uno de sus invitados- que trajo «para que hablara bien o mal, de ese parto vallenato, pero lo importante era que dijera algo»-,el ex director de Radio Sucesos RCN, Juan Gossaín; hizo su aparición en el pueblito vallenato con unas abarcas tres puntá, calzado propio de las personas que viven en las sabanas de la Costa, al norte de Colombia, un jean y una camiseta manga larga, que le decían amansa loco.

La indumentaria del visitante en esa época causó mucha extrañeza en las damas de la sociedad vallenata, hasta el punto de preguntarse ¿quién era ese Hippy que andaba suelto en el Festival, y además, quién lo había invitado?

Hoy esas historias son sólo recuerdos porque el Festival Vallenato es el espacio perfecto para empaparse de pueblo, dejar a un lado el glamour, los títulos nobiliarios, el estatus que dan los altos cargos públicos. Por eso aquellos presidentes de la República, actores, políticos, candidatos, ministros, reinas o cantantes famosos, que llegan al ‘Valle’, saben que deben arrancarse la investidura durante los cinco días que dura la fiesta y desnudar la piel del alma, para ser un miembro más de la gran parranda vallenata.

Lo que nadie se quiere perder

Navegar por la fiesta vallenata es sumergirse en la tradición musical de un pueblo que vive y vibra al son de una caja, una guacharaca y un acordeón.

Los personajes o lugares de los cantos de Escalona, el más grande exponente de la cultura musical de su pueblo, son temas obligados de los mismos concursantes en las contiendas de cada festival, así como las canciones de otros juglares vallenatos. Esos lugares o personajes no se los inventó el maestro Escalona; existieron, existen o aún quedan sus vestigios enmarcados en la leyenda Vallenata. En esencia son esas canciones el imán que atrae a los visitantes cada año a la región, para conocer de primera mano las historias de esos cantos que nacieron de los sucesos cotidianos del ‘Viejo Valle’ que no se contaban, sino que se cantaban y luego se regaban como el bostezo, de boca en boca.

El que haya compartido la alegría de una parranda, jamás vuelve a ser el mismo, y menos después de conocer un universo singular donde para ser Monarca del país vallenato, un músico debe demostrar en un duelo de acordeones que es un gladiador; combinando elementos como el talento y la creatividad; pero más que eso, la autenticidad, fórmula mágica para ganarle la partida a su contendor.

Por todo esto el Festival Vallenato es y será por siempre el orgullo de una raza y una las más bellas y autóctonas fiestas folclóricas que Colombia tiene para presumir y mostrar ante el mundo. Un espacio donde nadie se quiere sustraer de ese mágico momento que se vive en Valledupar, en un amanecer de mayo cuando se cierran los acordeones de abril.

Taryn Escalona

Directora www.elpaisvallenato.com

Un comentario en «Valledupar de abriles y su Festival Vallenato»

  • Excelente, deliciosa e impecable narración de nuestra historia Vallenata enmarcada en el festival Vallenato.
    Felitaciones Tarín.
    Mis saludos y admiración.

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