viernes, abril 26, 2024
Crónicas 2023

‘Festival Vallenato’: La obra musical que en los inicios de la fiesta de acordeones, alborotó un avispero

La anécdota con la que inicio esta historia no puede ser más divertida, de las muchas que han pasado por mi existir, sucedió en Fonseca, en su tradicional ‘Festival del Retorno’ hace ya bastante tiempo.  Allí fui invitada a un homenaje para los hijos ilustres de esa tierra. La alegría fue grande cuando al llegar me encontré con la ‘señorita Rebeca’ Peralta, así la llamábamos todas las alumnas del Colegio Santa Fe, donde estudié. Ella  fue nuestra prefecta de disciplina  y era una de las homenajeadas, ese día.

Como todo evento de acordeones, el inicio fue animado por un grupo que cantaba lindas canciones que hicieron en honor a ese pueblo tan querido del sur de la Guajira.  A mi lado estaba Lisbeth Peñaranda, otra fonsequera de pura cepa; y muy cerca un señor que todos saludaban, y hasta le pronosticaban otro bautizo porque hacía tiempo que no regresaba al pueblo.

Entre canción y canción la parranda se iba animando más, luego el grupo vallenato saco de su baraja de temas,  la canción ‘Festival Vallenato’, esa que le echa vaina a los organizadores del Festival Vallenato en sus inicios. Cuando iban en esa estrofa, que más que canto es un grito de rabia, donde el autor dice, tal vez un poco resignado, pero en el fondo queriéndole echar el pueblo encima a la gente de Valledupar. Y digo el pueblo porque para esa entonces 1972, este territorio sur de La Guajira, no era otra cosa que una comarca singular, era el gran País Vallenato que no conocía fronteras-

En ese momento el cantante repite:

«Y no tendrán palabra para exigir,
el nuevo rey es un barranquillero»

Ahí estaba el problema y ahí radicaba la rabia, que ese año, cuarta edición de la fiesta de acordeones, en vez de elegir al ´Pollo Vallenato’, Luís Enrique Martínez, ‘el jurado se inclinó por el currambero Alberto Pacheco. Un total exabrupto del jurado, poner a ganar a un foráneo en tierra de ciegos cuando aquí ya había un tuerto para reinar.

Es entonces cuando yo habló fuerte, y digo: «ajá y qué dirá ahora el compositor de esa canción, cuando ya el Festival Vallenato tiene un rey Cachaco, nada más y nada menos que de Bogotá, ahora sí que se privaría de la ira. Me gustaría tenerlo al frente para que me diga que piensa ahora».

Y seguí hablando de las cualidades del  Rey Alberto II Jamaica, pero nadie, y fue  que absolutamente nadie, dijo algo. Nadie refutaba mis afirmaciones ni para bien, ni para mal.

En una de esas, llaman a uno de los homenajeados para que fuera a recibir la placa,  y es cuando al pronunciar su nombre, el señor que tenía cerca, al que todos saludaban, el mismo que iban a bautizar de nuevo; se pone de pie y me mira como medio sonriendo, que era más una mueca que un intento de risa. Como medio  apenado, como  eufórico, como nervioso,  porque ya no tenía más que hacer, ni otro sitio para dónde coger, cuando el locutor le pide que  «suba a tarima el gran ‘Geño’ Mendoza, el compositor de esa gran obra llamada Festival Vallenato, con la que desagravio al pueblo fonsequero».

Ah es que es usted y estaba calladito, haciéndose el pendejo – le dije-

Cuando regrese hablamos -fue su disculpa-

No sólo hablamos me va a tener que explicar muchas cosas -le advertí-

Mientras a mi lado algunas personas como Lisbeth Peñaranda, sonreían.  A manera de reproche le dije: «Oye no me dijiste que ese era». Casi en un susurro respondió: «Yo te iba a decir, pero él me hizo seña que me callara».

A su regreso el homenajeado ya me encontró con la grabadora en la mano, y le dije vamos para allá afuera, que ya es que vamos a hablar del cuento y del canto.

Mientras yo caminaba buscando un sitio donde hubiese menos algarabía, él iba detrás, tratando de emparejar las cargas.

La advertencia que me hizo fue: «Oye no tomes a mal eso, ya ese problema yo lo aclaré con ‘Rafa’

-Escalona- hace mucho tiempo. Cuando él iba a Caracas me visita y cuando yo iba a Bogotá bebíamos juntos».

Tranquilo que esto es más de forma que de fondo, le respondí. A mí me interesa la historia contada por su propio protagonista,  los sucesos son como una fotografía congelados en el tiempo, la historia es lo que trasciende, y eso es lo que quiero que me cuentes, le respondí. Y no sólo que me cuentes,

-complementé­­- quiero analizar en profundidad contigo, razones y respuestas.

Nos sentimos maltratados

La historia   que dio origen al canto ya fue contada casi en su totalidad en la crónica de ‘El día que un rey vallenato se salió de su cuna y se fue para Barranquilla’. Sin embargo para que la  narración siga su curso normal,  aquí está esa parte:

A nadie se le ocurrió pensar, ni siquiera le pasó por la cabeza que un foráneo sería capaz de arrebatarle ese honor a un vallenato o guajiro que para esa época era la misma cosa; porque para entonces no existían las fronteras de ese País Vallenato que integraba el antiguo Magdalena Grande, y  que abarcaba desde la Guajira arriba, pasaba por Valledupar y se extendía  un poco más allá de la tierra que vio nacer a Gabriel García Márquez.

 Como lo inesperado siempre sorprende, el ‘patatús’ fue grande para muchos, aquel   día 30  de abril de  1971,   cuando la cuarta  versión del Festival de la Leyenda Vallenata fue ganada por un barranquillero. 

Cuentan los que presenciaron ese espectáculo, que Alberto Pacheco se vino con todo y se llevó todo también. Dicen que esa noche en la Plaza Alfonso López, El ‘churra vero’ Pacheco, arrasó hasta con el orgullo de sus contendores, y partió con su  corona de Rey luego de la lluvia de botellas y de piedras  de la madrugada, que era la forma como  demostraban  el  inconformismo   los perdedores.

  Al día siguiente del suceso, la noticia se extendió por toda la Provincia de Padilla y el pueblo de Fonseca, que tenía su representante en el evento. Ellos los habitantes de ese terruño se  sintieron aludidos y respondieron airados.

 Toda la rabia represada se sintetizó en una canción que compuso Luís Francisco ‘Geño’ Mendoza, la cual tituló: «Festival Vallenato». A toda la plana mayor del Festival Vallenato, le tocó su porción de reclamos y el que recibió el trozo más grande del pastel musical fue  Rafael Escalona.

 ‘Geño’ Mendoza argumentaba que era inconcebible que Luís Enrique Martínez oriundo de su tierra y parte de una dinastía de grandes acordeoneros, fuese a ser derrotado de esa forma «tan pendeja»; por eso lo veía como una componenda de Escalona, porque según se decía, las relaciones del compositor en esa época con Luís Enrique Martínez no eran buenas, debido al pago de una parranda que   Escalona le contrató.

 Escalona al referirse a ese tema dice que eso nunca ocurrió, que ellos jamás tuvieron líos por parranda, y que para entonces las parrandas de amigos no se pagaban.  Además, dice el maestro que él siempre tuvo su acordeonero de cabecera que fue Colacho Mendoza. «esos son inventos de las malas lenguas, lo que ocurría antes era que si en medio de una parranda llegaba un colega acordeonero, el deber del anfitrión era darle el acordeón para que este también se integrara y tocara su pieza. Y precisamente de ahí fue que nacieron   las famosas piquerías. Entonces si Martínez llegaba una parranda mía, yo le decía a Colacho que le prestara el acordeón para que también tocara algunas de   sus canciones. Era más un gesto de amabilidad con el invitado».

La otra pata del gato

 Hasta ahí podemos entender que  «Geño’ Mendoza, para entonces ni veía ni entendía de razones, ahora lo más importante era escuchar sus propias razones y esa era mi tarea.

 Sí nos vamos tres años antes de que ocurriera ese ‘bochinche’,  tendríamos que analizar  el punto de  que la otra pata que  le había salido al gato, era que Valledupar, se había convertido en capital de  departamento, y al parecer eso distanció por un buen tiempo el sentimiento. Los amigos de La Provincia pensaban que a partir de  entonces, ellos eran mirados  como pueblerinos y los de acá como citadinos. Esa es la razón de ser de la estrofa con la que inicia la canción, «Festival Vallenato», que desde su nacimiento tuvo una meta.

Acabó con los Buendía,
ahora dónde irá a parar,
parece que ya el Cesar
le quedan poquitos días.

TE: ¿La misión o el encargo era acabar con la paciencia de los vallenatos, Geño?

GM: No seas mal pensada, tampoco así

Ahora nos damos cuenta que fue la misma gente con sus bochinches de aquí para allá, que llevaba y traía, hasta enardecer a los vecinos. A nadie le gusta que le digan estancado, anticuado, arcaico, y la respuesta no se hizo esperar.

Rafael tiene la razón
cuando habla de estacionado,
porque ahorita este folclor
lo tienen civilizado.

La palabra «civilizado» en esa expresión no era otra cosa que emerger con una nueva imagen,  y en este caso era con un  rey  foráneo,  buscando el reconocimiento en otras fronteras. Pero lo que para ‘Geño’ Mendoza, fue malo en su momento, para el festival no. Pese a que nadie en ese momento se imaginaba que hacía allá caminaban los sueños de ‘La Cacica’, Consuelo Araujo Noguera, quien esperaba, que el vallenato se tomara el mundo.

Quisiera preguntarte Rafael
Cuál es el Festival que has elegido tú
para el pueblo Vallenato
Si tu comportamiento contrasta con el
porque el folclor es del campo.

 TE: Geño no se ofenda pero me parece que ahí  afloró, una especie de complejo.  ¿No le parece que si la persona que está al frente de un evento, tiene un buen nivel cultural y  buenas relaciones, eso permite el engrandecimiento del mismo, sin que eso le quite la esencia al folclor?

Esa parte no la reconoció Mendoza, ni ante mí, ni ante nadie, y creo que jamás la reconozca.  No lo puede hacer nunca, sería echarse la soga al cuello, y menos en estos momentos que es catalogado como el mejor embajador que tiene su pueblo, y su Festival del Retorno en el exterior. Ya que gracias a sus relaciones ha logrado traer las mejores agrupaciones del mundo a la fiesta de su pueblo, y una de ellas fue Celia Cruz que llegó con su azúcar, a darle sabor  a un festival de acordeones, pero allá, en Fonseca.

 Ese fueron  los  primeros dardo lanzados  hacía Mendoza, cuando ya ubicado en  una silla frente a mí,  se defendía, y con buenas razones.

TE: ¿No le parece que usted fue demasiado duro con la gente del Festival, ¿qué pretendía con eso, una enemistad total entre dos pueblos vecinos y amigos?

Después de la carcajada, se puso serio, demasiado serio diría yo,  y respondió:

GM: Mira tú no te alcanzas a imaginar lo que ese momento nos dolió a todos los fonsequeros, estábamos tan seguro que Luís Enrique Martínez iba a ganar, que ya la gente estaba preparada para el festejo.

TE: Esa respuesta  me crea dudas, porque en todo concurso como en todo juego se pierde y se gana, igual podía salir  otro pollo superior al de ustedes. ¿Dónde radicó la ofensa en sí, que aun no entiendo?

El dardo  esta vez sí  dio en el blanco. La rabia de ese entonces, regresó de nuevo convertida en pesar.

GM: Te parece poco que una tierra como la nuestra, que ha dado tantos músicos buenos, mucho antes de que allá crearan  su Festival,  lo fuesen a desconocer y de qué manera. Que a una región de dinastías como los Pitre, los Martínez, para citarte sólo esas, no lo tuvieran en cuenta para nada, y para acabarnos de fregar, nos dejan sin corona. Fue el «acabose». Fue algo muy doloroso que causó tanta rabia, que sólo se podía desahogar en un reclamo público como fue mi canción. 

Pero inconforme el pueblo ha de seguir
Si le estropean su sangre vallenata
Le exigen que sean honrados
Si desde el ruedo al «Pollo» lo vieron salir
En la garra de un jurado

TE: Según esa estrofa tenían el cristo de espalda esa vez, hasta en el ruedo.

Geño continúo sacando sus motivos, necesitaba contar todo para que al fin se pudiera entender qué originó su protesta.

GM: ¿Sabes cómo nos sentimos entonces? Como unos totales desconocidos para la gente de Valledupar, que tantas parrandas hizo con los músicos nuestros, los mismos que enseñaron parte del abecedario del vallenato a los que iban saliendo por ahí. Eso en verdad fue lo que nos pasó.

TE: Claro que usted tampoco fue ningún ‘Simón el bobito’, compositor al fin y al cabo, sabía que se  podía quedar sin  quién le grabará sus obras, entonces hace la salvedad con un balance de los reinados anteriores, donde nadie salió mal librado.

Del Rey, Alejo Durán
el pueblo quedó encantado
con «Colacho» lastimado
pero se puede aceptar.

 De Calixto no hay que hablar
su talento es conocido
si se vuelve a presentar
el pueblo elige lo mismo.

GM: Caramba que alcance el tuyo, tampoco fue por eso. Es que ellos eran buenos de verdad, estaban entre los mejores de la época, y había que reconocerlos.

TE: ¿Después de eso qué pasó?

GM: Ah  tampoco nos podíamos quedar sin corona, la cosa dolió pero  ‘El Pollo Vallenato’ volvió  y ganó después de dos años;  y yo nunca descarté que lo hiciera, ni siquiera en la canción.

Luis Enrique Martínez,
el «Pollo Vallenato» que siempre lo ha sido
volverá a ese ruedo

TE:   Y hasta ahí llegó el bochinche?

GM: No, para nada, después hubo muchas parrandas, con Escalona, con ‘La Cacica’, con el Rey Luís Enrique Martínez, de ahí para allá se afianzaron los lazos de amistad y  se aclararon las cosas. Cuando iba a Bogotá, Escalona era mi anfitrión y más de eso, un amigo a quien quise mucho.

Historias como esas son las que hacen parte de este folclor vallenato, de este folclor Caribe, inigualable y singular. Definitivamente de lo dicho por el compositor fonsequero en su canción, lo que si se cumplió fue lo que en ese momento le pareció lo peor, el avance del folclor.  Como lo dije en otro escrito, para buena suerte de la música vallenata, ni Rafael Escalona, ni Consuelo Araujo, acabaron con los días buenos de la parranda vallenata como lo pronosticó en su canción. Esos poquitos días que Mendoza le auguró al festival   se convirtieron en más de medio siglo de historia, y en el mismo sitio donde se coronó un ‘Rey barranquillero’, con el tiempo se coronaron reyes de Córdoba, de Sucre, de San Andrés, de Bogotá y de muchos lugares de la geografía colombiana.

Pero aún falta lo más importante, lo que el pueblo espera que ha de ha acontecer algún día, porque de todo lo vaticinado por los herederos de esos  gitanos que llegaron un día  a  un pueblo olvidado, llamado Macondo, muchas de esas predicciones se han cumplido.

Las casas en el aire, no son una utopía, ya la gente no sólo sube, sino que vive la gente en el espacio durante un buen tiempo, y hasta excursiones se organizan a la luna.

El vallenato se tomó el mundo, como lo anticipó Consuelo Araujo; muestra de ello son esas majestuosas presentación de nuestros artistas en los  premios Grammy, que gente de todo el planeta aplaude.

Un día sin darnos cuentos como dijo el desaparecido compositor Hernando Marín, llegaron cantantes y acordeoneros de otras naciones, a cantar el amor_amor en Valledupar, y a cambiar un ¡viva México¡ por un ¡ay hombee¡

Y sólo falta que uno de esos extranjeros se lleve para su pueblo el galardón de Rey.  Ese suceso que estamos esperando y  que no debe demorar mucho tiempo,  será lo que parta en tres la historia del Vallenato. Porque ya  en el años 2006, una mujercita,  del departamento de Bolívar, la niña Yeimi Arrieta,   realizó la proeza de fraccionar en dos el sentir del Festival Vallenato, cuando tuvo la osadía de arrebatarle en franca lid, la corona  de Rey a cuatro contrincantes, para que se cumpliera la otra profecía, la  del maestro Leandro Díaz cuando dijo:

En adelanto van esos lugares
Ya tienen su Diosa coronada

 Y después de esa pequeña Diosa viniera reinas, en la fiesta de acordeones, quienes llenas de feminidad se cuelgan un acordeón en el pecho, para transmitirle sentimientos y hacer vibrar a un pueblo de emoción y además de eso, tocar de tú a tú, con estas nuevas generaciones de acordeoneros, herederos de magia de Francisco el Hombre.

tarynescalona@gmail.com

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