Uno elige ver el vaso medio, lleno o medio vacío
Por: Raisa Urbina
Hace 3 meses, en enero, manifesté mi angustia y temor por el conflicto entre USA e irán, conflicto que acentuaron como “la tercera guerra mundial”título que me pareció bastante atrevido y temerario utilizarlo. Y Hoy más que un temor o angustia quiero manifestarles mi empatía, mi empatía hacia todas esas familias que perdieron a un ser querido, y mi abnegación de pensar que porque el virus no le ha llegado a nadie conocido no va a pasar nada.
Me siento en un mundo distópico, me siento en una película futurista de ciencia ficción donde las calles vacías remedan los escenarios de rodaje de Los Ángeles y donde los noticieros con nombres plagiados de cadenas de televisión del mundo real informan la incrementación del terrorismo.
El protocolo para comprar en los supermercados lo asocio con el concepto total de “área restringida” y una señal en rojo. Pero basta ya de descripciones, que quiero hacerle énfasis a una frase cliché que en los últimos meses la he usado en todas las situaciones y en todos los contextos: “uno elige ver el vaso medio, lleno o medio vacío”.
Hace muchos años alegaba e insistía en que el mundo debía cambiar, la naturaleza al igual que una economía se venía a pique, pero nadie hacía nada más que lamentarlo con sus palabras vacías, ni siquiera yo, y me doy duro aun sabiendo que no podía cargar con el medio ambiente en el hombro y conciliarlo.
Pero me doy duro porque sé que si quieres cambiar el mundo debes empezar por ti y yo solo me quedé al igual que el resto, compartiendo mi lastima en redes, si acaso uno que otro escrito cuando la impotencia me susurraba al oído “tú también eres humana y otorgas”.
Ahora quiero hacer énfasis en la palabra entender, pero antes la quiero utilizar para una aclaración: entender que no es un “Berrinche Millennial” el desespero y la frustración por el encierro, no son ganas de salir a continuar con “nuestra vida hueca de farándula”, el estar tanto tiempo encerrados nos hace pensar mucho y ese pensar no es saludable ni tanto para jóvenes, ni para adultos, ni muchas menos personas mayores.
No he dicho que pensar sea malo, pero el que piensa demasiado se olvida de vivir y choca con la realidad, la vida misma. Ahora sí, explicado esto sigamos con mi primer énfasis en entender…
Sé las ganas de volver a la normalidad, se la sed de continuar y retomar las actividades, planes y sueños de todos nosotros. Pero quiero que sobre todo eso prime la palabra entender, a noche hablando conmigo misma en mi habitación en la madrugada, me imaginé que a la mañana siguiente todo volvía a la normalidad y me pregunté si comprenderíamos la lección, en este caso hablare por mi sentir y diré, mi lección: ¿Comprenderíamos la restauración de nuestra naturaleza en estos momentos?
¿Recordaríamos la importancia de nuestra higiene? ¿Mantendríamos la empatía por el otro? Y ahí fue donde llegué a la deducción de que no es que se acabe cuanto más Pronto, es que se acabe cuanto más entendamos.
Y hablando tanto de entender… Me gustaría algún día poder entender por qué a la inspiración le gusta ponerse de acuerdo con la vigilia para que las dos me visiten a media noche.