viernes, abril 19, 2024
Opinión

La moralidad del voto popular

Por: Enrique Antonio De Luque

La moral definida como normas de conductas aceptadas dentro de una sociedad, es lo que de alguna manera genera identidad a la misma, estas normas son espaciales y temporales, se forjan de manera voluntaria, cuando en el seno de esa sociedad se vuelve repetitivo una forma de actuar, frente a situaciones determinadas, eso incluye, aspectos simples como la manera de vestir o de alimentarse, si se quiere, son costumbres adquiridas dentro de un espacio que pueden variar con el transcurrir del tiempo.

Entonces se puede afirmar, que la moral es espacial y temporal, para ser más explícito, impensable que un siglo atrás, las mujeres usaran vestidos de baños de dos piezas, en la actualidad, no atenta contra la moral una prenda de vestir con esas características, si hablamos de alimentos aún persisten zonas donde el consumo de animales de monte es aceptado y promocionado, sin recibir rechazo alguno en ese lugar, no se trata ahora de colocar muchos ejemplos, sino situarnos, en que, el actuar enmarcado en espacio y tiempo fundamentan las normas y costumbres, con lo cual se nutre la moral, algo que no sucede con la ética, ésta es universal porque usted y yo, somos honrados o no, hoy, mañana y siempre.

Relacionando ahora, el derecho constitucional que tenemos de ser elegidos o elegir por voto popular con la moral, con preocupación reflexiono, sobre el cómo estamos convirtiendo un acto ilegal en moralmente aceptado, en una práctica valedera y estratégica para lograr el objetivo de ser elegido para alguna corporación, sea ésta la gobernación, alcaldía, asamblea o concejo. Por las redes sociales pregunté ¿quién es más corrupto el que compra o el que vende el voto? Los resultados entre los trecientos encuestados fueron los siguiente : Los dos, el que compra y el que vende con un 17%, el que lo compra 36% y el que lo vende con 47%, todas, claro está con su respectiva justificación, de las cuales me llamo poderosamente la atención dos, una que me pedían el favor, que estudiara el tema de oferta y demanda, es decir, el comportamiento del mercado electoral para determinar el precio del voto y luchar contra la especulación del mismo para de alguna manera regularlo de la mejor forma, la otra que estudiara el mercadeo porque con la compra de voto, lo que se hacía era satisfacer las necesidades de los votantes.

Una invitación para estas elecciones, un rotundo rechazo a la ilegalidad de la compra y venta del voto, para que no sea aceptado moralmente, lo que ya está penalizado, eliminar de nuestro lenguaje frases como: “yo voto por el menos malo”, “recíbele la plata y vota por mí” o “que robe pero que haga”, sin olvidar que nosotros somos los únicos responsables de moralizar el voto de manera legal.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *