lunes, abril 29, 2024
Judicial

Terror y muerte en La Penintenciaría de Valledupar

‘Bienvenidos a morir al infierno’, dice una leyenda en letras negras escrita en una de las paredes del pabellón 8 por los internos de la penitenciaría de Alta y Mediana de Seguridad de Valledupar, conocida como ‘La Tramacúa’; para darles un recibimiento de advertencia sobre los que les espera a los que van ingresando a la llamada peor ‘cárcel castigo’ de Colombia.

Temperaturas de hasta 40 grados, aislamientos prolongados, restricciones en las visitas, dificultad para el acceso al agua, problemas de salubridad, maltratos físicos y psicológicos, llegan a ‘quebrar’ a los internos más rudos, al punto de preferir estar muertos antes de seguir con los padecimientos en este penal, tal como lo expresó esta semana el presunto violador en serie y asesino Lebith Rúa, poco antes de intentar suicidarse.

“Me echaron a una celda donde las condiciones están inhabitables, no hay salubridad; no me van a dar derecho de ver el sol, de tener visitas, de tener comunicación, me tienen aislado las 24 horas del día, encerrado, prácticamente estoy secuestrado…. voy a tomar esa decisión, me va a doler en el alma porque yo nunca he atentado contra mi vida, me voy a agredir porque no aguanto tanta humillación” dijo el expolicía que llaman ‘La Bestia del Matadero’, poco antes de cortarse las venas de la muñeca izquierda y tomarse 14 pastillas de un fuerte anti-psicóptico.

Luego del suceso de ‘La Bestia del Matadero’, en el que después de su traslado al hospital Rosario Pumarejo de López lograron salvarle la vida, se generó un conato de huelga de hambre en ‘La Tramacúa’, donde los internos señalaron estar cansados de la violación de sus Derechos.

“Consideramos que la práctica de tortura continúa. Aunque haya bajado el índice el maltrato físico constante, este año se han presentado varias agresiones contra  los internos; el maltrato físico ha sido remplazado por la tortura psicológica y emocional, ejemplo de esto es la intimidación a los detenidos y sus familiares”, indicó uno de los prisioneros.

Afirmaron que recurrir a las vías de hecho, es la única manera de hacer visible su situación, teniendo en cuenta que ni con tutelas son atendidas sus exigencias para que mejoren las condiciones de reclusión.

CUATRO MUERTES EN MENOS DE UN MES

Mientras Lebith Rúa fue rescatado de las entrañas de la muerte, pues ingresó al centro asistencial inconsciente y en delicado estado; otros no han logrado salvarse.

El pasado 21 de abril falleció el interno Víctor Correa, de 42 años, quien al parecer ingirió una gran cantidad de medicamentos para psiquiátricos. Sin embargo, sus familiares consideran que el hecho no está claro, ya que este nunca mostró signos de enfermedad mental, ni que debiera estar sometido a tratamientos para tales efectos.

“El director de la cárcel dice que ellos le dan una droga psiquiátrica, y que luego no saben cómo cada interno que la tenga se la consume entonces no saben qué pasó, no sabemos si murió dentro de la cárcel o en la clínica a donde lo llevaron”, dijo Ferney Correa, hermano del recluso fallecido, quien denunció el hecho ante la Fiscalía.

Sostuvo que “mi hermano no era psiquiátrico por eso nos preguntamos por qué le daban ese medicamento, al parecer, esa misma droga se la están dando a los demás internos… él llevaba 7 años preso y no presentó problemas”.

Correa fue el último de los cuatro reclusos de ‘La Tramacúa’, que murieron en abril de este año. El primer caso fue el de Argemiro Usma Bernal, de 49 años. Su fallecimiento quedó registrado el 8 de ese mes cuando se tragó varios dediles de cocaína, al parecer, para esconderlos en su estómago y luego evacuarlos, no obstante estos le reventaron al interior de su cuerpo.

El 10 de abril se produjo el deceso de José Jorge López Jiménez, de 60 años, quien llevaba varios días de estar hospitalizado tras las secuelas de una puñalada que recibió en meses anteriores y el 20 murió Luis Alejando Zapata Rodríguez, de 30 años, quien supuestamente sufrió un infarto luego que en medio de un partido de fútbol recibiera un balonazo a la altura del tórax.

A pesar de las reiterativas denuncias que han hecho los internos de la penitenciaría, la Defensora del Pueblo en el Cesar, Denia Esther Zuleta, dijo tras conocer el caso de Lebith Rúa, que “a la fecha no hemos recibido una sola queja de trato cruel a los internos”.

No obstante, en 2015 la propia Defensoría del Pueblo intervino en el penal debido a la violación de Derechos Humanos, manifestando su preocupación por la penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, a raíz de lo cual decidió implementar la herramienta denominada Mecanismo de Denuncia, la cual busca recoger, en visitas hechas a los penales, todas las problemáticas que van en contra de la integridad física, mental y de las condiciones de salubridad de los reclusos.

“Justamente, y como resultado de varias visitas humanitarias a dicho centro de reclusión, la Defensoría consideró necesario iniciar la ruta de activación del instrumento judicial en ese lugar, donde son insistentes las denuncias de los internos respecto a la deficiente prestación en el servicio de agua, la mala alimentación, las pésimas condiciones de salubridad, así como el deterioro de la infraestructura, pese a ser ésta una cárcel de última generación”, precisó el organismo.

Tras la visita en aquella ocasión, indicó que “los funcionarios de la entidad pudieron constatar la falta de agua potable, pues los internos solo tienen el preciado líquido tres horas al día; alimentos en mal estado; las basuras cerca de la cocina expeliendo en todo momento malos olores”.

La estrategia del Mecanismo de Denuncia de la Defensoría del Pueblo, acompañada por la Procuraduría General de la Nación, buscaba capacitar y orientar a los internos para que tramiten sus quejas dando a conocer los maltratos de que son objeto. Miguel Barrios/EH

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