jueves, marzo 28, 2024
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Jaine Mora, el sastre que lleva 15 años ‘metiendo en cintura’ a los corruptos

En los últimos 15 años, Jaine Mora, quien ya casi cumple 79 de vida, se ha dedicado a vigilar los recursos públicos de Valledupar. Es sastre de oficio, y aunque no estudió ninguna profesión, con la misma precisión de sus costuras, entra en detalle con sus investigaciones, para destapar las ‘ollas’ de la corrupción en esta capital.

Empezó el 2 de junio de 2002 con esa vocación de proteger el patrimonio del Estado, liderando una lucha ciudadana para recuperar el espacio público en el mercado y la galería popular. «No necesité al Escuadrón Antidisturbios, ni a la Policía, yo iba y le hablaba la gente que quería apropiarse de las áreas comunes, concientizándola de que eso se respetaba».

Ese año fue nombrado vocal de la Veeduría Ciudadana, y en 2004, ya era presidente de la misma. Tiene el caminar pausado, propio de su edad, pero pisa firme cuando llega a la Procuraduría, la Fiscalía o Contraloría con sus carpetas en las manos, lo que seguro a más de un funcionario público le genera preocupación. Sus visitas a los órganos de control e investigación siempre terminan destapando casos de corrupción.

Natural del municipio de San Diego, norte del Cesar, Jaine Mora se ha convertido en el brazo derecho de estas entidades para procesar a quienes ostentando investiduras oficiales tratan de apropiarse de los dineros públicos. Y muchos lo consideran el ‘látigo’ de los corruptos.

Deriva sus ingresos del arriendo de una casa que heredó y de un local comercial que pudo habilitar en su vivienda en el barrio La Granja en esta ciudad. Su oficina funciona ahí mismo, donde tiene un computador al que le ha tenido que arreglar en varias ocasiones la CPU.

De su propio bolsillo saca copias, paga los envíos a los organismos de control cuando tiene que acudir a las instancias nacionales y le echa gasolina a su motocicleta con la que recorre Valledupar ubicando obras inconclusas, contratos en ejecución o donde quiera encuentra una queja de la comunidad sobre el despilfarro de recursos oficiales y los malos manejos administrativos.

No le tiembla la mano, ni la voz para señalar con pruebas a los que buscan quedarse con el erario, tampoco dice tener miedo, a pesar que en 2009, sujetos extraños le hicieron unos disparos en la puerta de su casa; ni mucho menos se deja vencer por algunas propuestas inescrupulosas.

Denunció las obras inconclusas del centro comercial de vendedores ambulantes, un elefante blanco de $3.000 millones. Más de 200 quejas reposan en los diferentes despachos de organismos de control fiscal, disciplinario y penal. Todas encaminadas a descubrir los actos irregulares en las administraciones, en defensa del patrimonio oficial.

«No es posible que la plata que es del pueblo, se quede en las manos de unos cuantos sinvergüenzas», asegura. A este hombre, se debe que la Contraloría, a través de auditorías, revelara las anomalías de las concesiones de Amoblamiento Urbano, Tránsito y Alumbrado Público en Valledupar, logrando que a las dos primeras se les decretara la caducidad; y que la Procuraduría por las mismas irregularidades denunciadas haya abierto procesos disciplinarios que terminaron con inhabilidad y destitución de tres exalcaldes.

Dice que mientras Dios le de fuerzas seguirá vigilando el patrimonio público, para evitar que unos cuantos se queden con los recursos que deben destinarse al beneficio de las comunidades. Miguel Barrios/EH

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