26 de julio , 2024
Opinión

Somos Energía

“Una de las principales consecuencias de la teoría de la relatividad de Einstein es la de admitir que la materia y energía son intercambiables. La masa no es más que una forma de energía, mientras que la materia es energía que se ha cristalizado al ralentizar su movimiento. Nuestros cuerpos son energía.
Ghislaine D. Martel
Eres energía


Como aprendiz del tema es un reto compartir un escrito con la aseveración del título, toda vez que resulta un tanto complejo explicarlo a personas que desconocen esta realidad al considerar lo evidente, que los seres humanos estamos hechos de materia. Sin embargo, somos energía, y esto lo han sabido nuestras comunidades indígenas que tienen la conciencia de que todo en el universo es energía.

Precisamente, en una reunión reciente celebrada los días 29 y 30 de abril de 2024 entre funcionarios SENA de las regionales Cesar, Guajira y Magdalena con algunas autoridades indígenas del pueblo Arahuaco, un instructor de pesca de La Guajira esbozó su experiencia formativa resaltando que antes de ingresar a algún asentamiento de estas comunidades indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta, se debe realizar un rito de limpieza y mantener in situ ciertas aseguranzas que bloquean las energías negativas.

Para la mayoría de la gente resulta ignoto comprender que somos energía, pues, como materia, según datos científicos casi el 99% de la masa del cuerpo humano está formada por seis elementos: oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio y fósforo. Solo alrededor del 0,85% está compuesto por otros cinco elementos: potasio, azufre, sodio, cloro y magnesio. Y se precisa que estos 11 elementos químicos son necesarios para la vida: siendo los restantes (el 0,15%) elementos traza, de los cuales más de una docena se piensa sobre la base de que una buena evidencia es necesaria para la vida, tales como: zinc, hierro, silicio, flúor, boro, berilio, cadmio, plomo, etc. Entonces, ¿cómo declarar que somos energía? Bueno, he venido pensando por más de treinta días en cómo hacer comprensible esta explicación, de la manera más sencilla, para hacer este escrito.

En 1900 Max Planck coloca los cimientos de la física cuántica, cuyo enfoque científico centra su estudio de la materia a un nivel muy pequeño, extremadamente pequeño, que aborda las partículas subatómicas, denominas quarks, que no se pueden ver a simple vista, y que allende a lo que explica la física clásica respecto a la composición del átomo, definen nuevos principios que explican el comportamiento de la materia y su interacción con la energía.

Ahora bien, toda la materia existente en la naturaleza están compuestos por diferentes elementos que se encuentran publicados en la tabla periódica, diseñada por el químico ruso Dmitri Mendeléiev en 1869, en la que están distribuidos, según sus propiedades físicas, en 7 filas horizontales, llamadas periodos, y 18 columnas verticales, conocidas como grupos. En la actualidad se conocen 118 elementos, y cada uno está compuesto de un número distinto de protones, neutrones y electrones. Sin embargo, a nivel macroscópico las personas no podemos ver estos elementos, sino moléculas integradas por varios de ellos; como por el ejemplo: el agua, conformada por dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno.

Con base a lo anterior, todo lo existente en la naturaleza, toda la materia que vemos: piedras, tierra, plantas, animales y personas, somos compuestos de elementos conocidos y organizados en la tabla periódica. Y estos elementos, denominados átomos, tienen un núcleo, en su estructura central, y electrones, que giran alrededor del núcleo, organizados de manera equilibrada (neutrones = protones = electrones). En la tabla periódica se puede verificar que cada elemento tiene un número atómico (número de protones) por su configuración de electrones. Como se observa en la figura en la estructura atómica del agua, el hidrógeno (H) tienen un protón y el Oxigeno (O) ocho protones.

Los protones (dentro del núcleo del átomo) y los electrones (que forman la corteza) cuentan con una carga eléctrica. En ambos casos es la misma, con la diferencia de que la carga de protones es positiva y la de los electrones negativa. Como los electrones están en constante movimiento producen energía, por lo que Albert Einstein determinó, como se precisa en el epígrafe, que: E = mc2, donde E es la energía, m es la masa y c es la velocidad de la luz en el vacío. De acuerdo con esta ecuación, toda la materia acaba siendo energía.

En virtud de lo anterior, Ghislaine D. Martel en el libro Eres energía precisa que “estamos compuestos por energía. Nuestro cuerpo, que parece una masa sólida, no es más que una multitud de partículas de energía en movimiento perpetuo. Todo es energía. Cuando observamos nuestro universo con una mirada no lineal, vemos que todo a nuestro alrededor, incluidos nosotros, es energía y que esa energía está interrelacionada para formar un todo integral. No somos entidades separadas las unas de las otras, sino que formamos parte de un todo. Todos los pensamientos, las acciones, las palabras y todos los gestos que emitimos son formas de energía que influyen sobre el resto del universo. ¡Imagínate nuestro poder y de nuestra responsabilidad!

Al hacernos conscientes de que somos energía vamos descubriendo el poder que tenemos a nuestra disposición, el cual es menester utilizar de manera positiva con la mayor responsabilidad. En el libro Energía tu poder, Gaby Vargas no insta a comprender que “la felicidad es un campo de energía. La tristeza o amargura también lo son. A diario tú y yo elegimos a qué campo conectarnos –como una estación de radio-, y lo hacemos minuto a minuto con nuestros pensamientos. Podemos conectarnos con el campo energético de la belleza o bien, con el de la carencia, la abundancia, la negatividad o la gratitud. Esa es la forma de crear nuestra vida, es sólo cuestión de hacernos conscientes.”

Cuando comprendemos lo anterior, nuestra vida cambia para bien, pues empezamos a ser cuidadoso con nuestros pensamientos, con nuestros sentimientos, con nuestras palabras, con nuestras acciones, toda vez que cada una de estas expresiones son energía. Todo a nuestro alrededor se inunda de nuestra energía, los espacios y colores que utilizamos denotan nuestra energía, lo que se denomina los nidos de energía. Seguramente has escuchado a personas decir que en ciertos ambientes se siente una buena energía, lo que le invita a sentirse tranquila y a permanecer por mayor tiempo en tales lugares; o en caso contrario, sienten cargado el ambiente, se sienten incómodas porque la energía negativa de tales espacios le generan miedo, angustia intranquilidad, y quieren salir corriendo del lugar.

Todos los espacios están cargados de energía, nuestra casa, la oficina, las iglesias, los cementerios, los negocios que visitamos, todos tienen una energía colectiva que se obtiene con la energía individual de las personas que los ocupan. Esta fuerza de vida la hemos conocido a través de los siglos por varios nombres. los chinos le llaman chi o qui, y aprenden a cultivarla de manera excepcional mediante prácticas como del Feng Shui, el Tai Chi, Chi Kung, la acupuntura, las artes marciales, y otras prácticas o disciplinas, Los yoguis la llaman prana o shakti, que activan por medio de los asanas (o posturas) y la respiración. En occidente se denomina aura o espíritu.

En la actualidad existe tecnología para medir el nivel de energía en las personas como los ambientes. En Wikipedia podemos leer que “la fotografía Kirlian, también llamada electrografía o electrofotografía, consiste en una serie de técnicas fotográficas utilizadas para capturar las descargas eléctricas del fenómeno eléctrico llamado efecto corona. Lleva el nombre de Semyon Kirlian, quien, en 1939, descubrió accidentalmente que, si un objeto en una placa fotográfica está conectado a una fuente de alto voltaje, se produce una imagen en la placa fotográfica.” La fotografía Kirlian permite registrar la energía (el aura) emanada de los seres vivos, con la cual se ha realizado experimentos en personas que gozan de buena salud, primero en un estado normal y después en situación de estrés, arrojando una modificación considerable de los niveles de energía. La investigación demuestra que el campo de energía de una persona puede transformarse por el cansancio, el agotamiento, la enfermedad o un estado de ánimo negativo.

Por lo anterior, Ghislaine D. Martel asevera en su libro: “Podemos transformar de manera notable nuestro campo energético por medio de pensamientos y visualizaciones positivas, mediante ejercicios de respiración, meditación, yoga, etc. Una vez más, poseemos ese inmenso poder para crear nuestra vida a la medida.” Sin lugar a dudas, aprender cómo emite ondas nuestro cerebro y nuestro corazón y sobre los siete cuerpos del aura nos abrirá un escenario para lograr salud, éxito, prosperidad y felicidad. Aprender a utilizar adecuadamente nuestra energía permitirá que contribuyamos con la construcción de un mundo mejor.

Por: Carlos Rafael Melo Freyle
Correo: cmelofreyle@gmail.com

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