lunes, abril 29, 2024
Opinión

El Hábito hace al Monje

“En realidad, la única diferencia entre aquellos que han fracasado y aquellos que han tenido éxito reside en la diferencia de sus hábitos. Los buenos hábitos son la clave de todo éxito. Los malos hábitos son la puerta de entrada al fracaso. De manera entonces que la primera ley que obedeceré, y que precede a todas las otras es la siguiente: me formaré buenos hábitos, y seré esclavo de esos hábitos.”
Og Mandino, Pergamino Nº 1

Allende de los secretos de la prosperidad material y espiritual es menester seguir los principios irrefutables requeridos e internalizarlos para convertirlos en hábitos a partir de la acción. Augustine Mandino (Og Mandino) descubre estos principios de la manera más insólita, en un día fatídico que había decidido suicidarse. Después de lograr todo lo que anhelaba: un buen trabajo como vendedor de seguros, una familia (su esposa e hija) y lo necesario para vivir, cae en el alcohol que lo llevó a perder todo. Una mañana, con revolver en mano, una tenue brisa elevó hasta su cara una hoja rasgada. La retira de su cara y sintió un impulso de leer un fragmento de lo poco que se podía leer. Al hacerlo, leyó una sentencia similar a la primera oración del epígrafe.

Releyó el texto, revisó el título del escrito en la parte superior del pedazo de hoja y sintió algo que se movió en su interior. La leyenda contenía lo siguiente: Piense y Hágase Rico, en un externo izquierdo; y Napoleón Hill, al extremo derecho. Se levantó pausadamente con unas lágrimas en sus ojos, caminó hasta un tanque de basuras y tiró allí el revolver. Se acomodó un poco la camisa en la pretina del pantalón y con una fuerza inusual se dirigió a la biblioteca municipal, donde pidió este libro que cambió su vida. Se dedicó a estudiar obras de superación personal y, luego las Sagradas Escrituras. Con el tiempo se convirtió en un escritor y orador de éxito. Sus obras se inspiraron en la Biblia y recibió también influencias de Napoleón Hill, W. Clement Stone, y Emmet Fox.

Og Mandino retoma con maestría la emotiva vida del pequeño camellero Hafid, que llegó a convertirse en El vendedor más grande del mundo después de seguir los principios contenidos en Los diez pergaminos del éxito. El amor por Lisha, la hija de Calneh, un hombre muy rico, mueve a Hafid hasta su protector Pathros, un potentado mercader (considerado el vendedor más grande del mundo), a quien le pide consejo para convertirse en un hombre poderoso como él, y así algún día obtener el título del vendedor más grande del mundo. Sin embargo, ante la prueba de vender un manto en Belén, Hafid fracasa pues regala la túnica a una familia con un niño acabado de nacer quien no tenía cómo protegerlo del frio. Por esta acción recibe un regalo muy especial de manos de Pathros, y al aplicar los principios contenidos en los 10 pergaminos se convirtió en el vendedor más grande del mundo y desposarse con su amada Lisha.

Esta historia es fascinante, pero tras la obra literaria se comparte los secretos de la prosperidad material y espiritual. Og Mandino comprendió el epígrafe, por ello categóricamente plasmó en el pergamino número 1 que, “Cuando era niño, era esclavo de mis impulsos; ahora soy esclavo de mis hábitos, como lo son todos los hombres crecidos. He rendido mi libre albedrío a los años de hábitos acumulados y las acciones pasadas de mi vida han señalado ya un camino que amenaza aprisionar mi futuro. Mis acciones son gobernadas por el apetito, la pasión, el prejuicio, la avaricia, el amor, temor, medio ambiente, hábitos, y el peor de estos tiranos es el hábito. Por lo tanto, si tengo que ser esclavo de los hábitos, que sea esclavo de los buenos hábitos. Los malos hábitos deben ser destruidos y nuevos surcos preparados para la buena semilla. Adquiriré buenos hábitos y me convertiré en su esclavo.”

Pero ¿qué es un hábito? Según la RAE, se define hábito como: “M. 1. Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas. ‖ 2. Vestido o traje que cada persona usa según su estado, ministerio o nación, y especialmente el que usan los religiosos y religiosas.”  Como se puede leer, los hábitos son pautas estables de comportamiento que ayudan a la gente a orientarse y a formarse mejor, permitiéndoles organizarse tanto a nivel personal como colectivo. Los hábitos son conductas que repetimos muchas veces hasta que forman parte de nuestras actividades diarias. En efecto, Sonia Rico, en el libro El hábito hace al monje. Pequeños pasos para transformar tu vida, escribe que “El dicho popular afirma que el hábito no hace al monje, pero son nuestros hábitos y costumbres los que van conformando la persona que somos. Aquello que pensamos, sentimos y hacemos dibuja cada día nuestra existencia. A menudo pensamos que son los grandes acontecimientos los que van a cambiar notablemente nuestra existencia y olvidamos que nuestra vida es un reflejo de lo que repetimos constantemente, tanto lo que nos hace bien, como lo contrario. Tener una vida plena es posible a base de entrenamiento.” En consecuencia, tal como lo sugiere Og Mandino, es preciso desaprender otras muchas cosas negativas y aprender nuevas cosas positivas; y para ello hay que entrenarse con pequeños pasos que podemos emprender cada día, generando nuevos surcos en el cerebro en un termino de 21 días, como lo precisa la neurociencia, o 30 días, como lo sugiere Mandino con sus pergaminos.

Desde mediados de los 90´s apropié los 7 hábitos de la gente altamente efectiva como mi guía para mejorar mi desempeño personal y profesional. Aprendí de Covey que Los principios son como faros, que son leyes naturales que no se pueden quebrantar. Utilizando el siguiente ejemplo explica en su libro: “Como observó Cecil B. de Mille acerca de los principios contenidos en su monumental película Los diez mandamientos: «Nosotros no podemos quebrantar la ley. Sólo podemos quebrantarnos a nosotros mismos y en contra de la ley»”. Así, con base a la síntesis que se muestra en la tabla 1, adopté principios rectores para mi vida, tales como: la rectitud (a partir del cual se desarrolla todo nuestro concepto de la equidad y la justicia), la integridad y la honestidad (que crean los cimientos de la confianza, que es esencial para la cooperación y el desarrollo personal e interpersonal a largo plazo), la dignidad humana (pues es evidente que todos los hombres hemos sido creados iguales por Dios y dotados de talentos especiales), el servicio (como la mejor obra de una vida), la excelencia (pues somos seres inacabados) y el potencial (para crear, desarrollarnos y crecer).

Stephen Covey, en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, escribe: “Los hábitos son factores poderosos en nuestras vidas. Dado que se trata de pautas consistentes, a menudo inconscientes, de modo constante y cotidiano expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad… o inefectividad.” Dicha definición la precisa del ciclo que describe el Proverbio: “Siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino.

Para Covey, el hábito se crea mediante una intersección de conocimiento, capacidad y deseo, tal como se ilustra en el gráfico 1. Y explica: “El cambio de ser y ver es un proceso progresivo: el ser cambia al ver, que a su vez cambia al ser, y así sucesivamente en una espiral ascendente de crecimiento. Trabajando sobre el conocimiento, la capacidad y el deseo, podemos irrumpir en nuevos niveles de efectividad personal e interpersonal cuando rompemos con viejos paradigmas que pueden haber sido para nosotros una fuente de pseudo seguridad durante años.”

Darren Hardy, en el libro Efecto compuesto. Multiplicar el éxito de manera sencilla, hace la siguiente explicación del poder los hábitos: “Un sabio maestro estaba paseando en el bosque con uno de sus jóvenes pupilos y se detuvo delante de un arbolito. «Arráncalo»—, le instó el maestro señalando el brote que salía de la tierra. EL joven lo arrancó fácilmente con los dedos. «Ahora arranca ese otro», le dijo indicando un arbolito mayor que le llegaba al chico por la rodilla. Casi sin esfuerzo el muchacho tiró y el árbol cedió con raíces y todo. «Ahora este», dijo el maestro indicando con la cabeza un árbol de hoja perenne mucho más crecido y tal alto como el pupilo. Con gran esfuerzo, tirando con todas sus fuerzas y apalancando las tercas raíces con palos y una piedra, finalmente consiguió que se soltara. «Ahora» dijo el sabio, «quiero que arranques este otro». EL joven siguió la mirada del maestro, y descubrió un roble tan alto que la copa apenas podía verse. Con todo el trabajo que le había costado arrancar un árbol mucho más pequeño, simplemente respondió a su maestro: «Lo siento, pero no puedo hacerlo». Seguidamente exclamó el maestro: «Hijo mío, acabas de demostrar el poder que tienen los hábitos en nuestra vida. Cuanto más antiguos, más grandes y enraizados se vuelven, más difícil es erradicarlos. Algunos se hacen tan grandes y echan raíces tan profundas que no te atreves ni a intentarlo».

Recientemente conocí el libro Hábitos atómicos, de James Clear, en donde el autor nos cautiva, desde la introducción, con su historia de vida. Ésta muy motivadora, dado que explica cómo tras un infortunado accidente asumió un compromiso personal para lograr mejoras imperceptibles, pero que le hacían sentir que tenía el control sobre su vida y con ello sentirse seguro nuevamente y volver a creer en sí mismo. De manera simple escribe que “Un hábito es una rutina o conducta que se practica con regularidad y, en muchos casos, de manera automática.” (resaltado propio) y seguidamente esboza algunos logros obtenidos como producto de su disciplina.

Sin lugar a duda, este libro nos ayuda a desarrollar nuestro propio potencial. Clear nos advierte: “Todos enfrentamos retos a lo largo de nuestra vida. Este accidente fue uno de mis retos y la experiencia me enseñó una lección fundamental: los hábitos que en un principio pueden parecer pequeños y poco significativos, se transformarán en resultados extraordinarios si tienes la voluntad de mantenerlos durante varios años. Todos tenemos que lidiar con contratiempos y retrocesos, pero, a la larga, la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros hábitos. Si mantienes los mismos hábitos que tienes ahora, tendrás resultados equivalentes. Si mejoras tus hábitos, cualquier cosa es posible.”

Es menester concluir que estudios psicológicos revelan que el 95% de lo que sentimos, pensamos, hacemos y logramos es el resultado de un hábito aprendido. Y tal como lo indica Mandino, todos nacemos con instintos, por supuesto, pero sin hábitos. Éstos los desarrollamos con el tiempo. Considera la siguiente historia utilizada por Darren Hardy: “Un hombre que iba a caballo, galopando velozmente. Parecía que se dirigía a un lugar importante. Un hombre que estaba de pie, al lado del camino, gritó para preguntarle: «¿Dónde va?». El jinete respondió: «No tengo ni idea. Pregúntele al caballo». Esta historia representa la vida de la mayoría de las personas. Se dejan llevar por sus hábitos sin saber a dónde se dirigen.” Mi amigo lector, es hora de tomar las riendas de tu vida y encaminar hacia donde realmente quiere ir. Construye nuevos hábitos (Mandino) poderosísimos (Rico), de efectividad (Covey) o atómicos (Clear), mediante un efecto compuesto (Hardy), para que juntos contribuyamos con la construcción de un mundo mejor.

Por: Carlos Rafael Melo Freyle

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