lunes, abril 29, 2024
Opinión

No pidas a Dios que guíe tus pasos si no estas Dispuestos a Mover los Pies

 

 “La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.”
Richard Bach


La mayoría de la gente anhela una vida mejor pero no se atreven a hacer cosas diferentes que le permitan lograr un mayor bienestar; simple y llanamente esperan un milagro, de que todo cambie en sus vidas para bien como por arte de magia. Y convencidos de esto, oran a Dios para que les provea lo que piden, esperando que tarde o temprano se haga realidad. Pero ¿saben qué?, cuando el fervor es vehemente, Dios muestra el camino, pero cada uno lo debe andar.

Todo se materializa mediante un proceso de tres pasos: 1) Desear, 2) Sentir la emoción de recibir lo deseado y agradecer con la convicción de haberlo recibido, y 3) Ponerse en acción al sentirse impulsado por una inspiración o una información respecto a lo deseado. Si, la fe hace milagros, pero una fe positiva puesta en acción. Dios jamás deja una oración sin responder, pero utiliza los mensajeros más insospechados para decirnos qué hacer en pro de obtener lo que anhelamos.

Generalmente se estigmatiza o prejuzga al mensajero, tal como le pasó inicialmente al astrónomo del cuento El Principito; pero, ciertamente, “sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.” (Antoine de Saint-Exupéry, 1943). Si, generalmente los ojos no siempre saben ver, ni los oídos saben escuchar; es necesario buscar con el corazón, pues cuando ponemos el corazón a lo que hacemos nos aventuramos hacia los retos más inexplorados.

Considerando lo anterior, y al leer (en un chat de WhatsApp) el mensaje con el que titulo este escrito, se hizo un clip en mi mente para recordar la escena compartida en el epígrafe, toda vez que es un símil de nuestra realidad social actual. Mucha gente se aferra a los paradigmas del pasado y rechazan de plano las nuevas tendencias. Los frenéticos cambios tecnológicos generan una destrucción creativa (como lo denomina Joseph Schumpeter) de oficios y de maquinarias y equipos existente para dar cabida a nuevas ocupaciones y tecnologías. No obstante, la gente sigue en pro de lograr un empleo, siguiendo la historia familiar de ir al colegio y a la universidad, esforzándose por obtener buenas notas con la perspectiva de hacerse profesional y vincularse a un buen empleo.

Es menester entender que un trabajo no es necesariamente un empleo, como lo expliqué en un escrito publicado, titulado con la frase subrayada (revista Contacto, 2017); pues las exigencias del siglo XXI, por la hiperconexión de la gente a través de la internet, dan lugar a nuevos modelos de negocios y hacen que industrias se transformen radicalmente, tal como lo describe Alejandro Melamed en su libro El futuro del trabajo y el trabajo del futuro (2017), y quien categóricamente escribe: “Una de las tendencias que se está imponiendo en el mundo del futuro es lo que se llama smart work, <trabajo inteligente>, que es la contracara del <trabajo duro>, hard word.

De manera muy resumida les comparto que el trabajo inteligente se soporta en tres impulsores, como lo explica Melamed:

  1. La tecnología digital, que provoca un cambio de paradigma en la economía, en el entorno laboral y en las organizaciones, que ahora se reestructuran para definir de manera más eficiente el ciclo de generación de productos y servicios y su valor en el mercado. Melamed sintetiza esta revolución mediante la ecuación:

Trabajo Inteligente = Tecnología + Nuevos Procesos

La innovación permanente lleva a consolidar este propulsor.

  1. La economía del conocimiento, que implica nuevas relaciones laborales, mayor flexibilidad e interconexión de redes de las organizaciones y de las personas dentro de ellas (como de personas fuera de éstas), y creación de entornos colaborativos que sirvan para gestionar talento y conocimiento, aprovechando todo el caudal de inteligencia social. Melamed representa esta sinergia con la fórmula:

Trabajo Inteligente = Colaboración + Conocimiento en red

El mercadeo en red adquiere mayor relevancia mediante este impulsor.

  1. La gestión centrada en resultados, que promueve la creatividad e imaginación de los trabajadores buscando que éstos trasciendan la presencia (horas nalgas) hacia la agregación de valor y posibilitar los resultados organizacionales. Melamed representa esta nueva cultura mediante la igualdad:

Trabajo Inteligente = Autogestión eficiente + Cultura de Objetivos

La transformación organizacional es el dinamizador del cambio cultural requerido en este motor.

Indiscutiblemente el propulsor 2 abre la posibilidad de trabajo para millones de personas. Pero es menester tener la actitud, la convicción y la tenacidad de un Juan Salvador Gaviota. Siempre que descubro un nuevo proyecto de mercadeo en red más innovador he tenido la misma emoción de Juan Gaviota: “Cuando sepan, pensó, lo del Descubrimiento, se pondrán locos de alegría. ¡Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida! ¡En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, hay una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos ser libres! ¡Podremos aprender a volar!”

De la ilusión de compartir mi nueva iniciativa y ser escuchado por amigos y familiares, al igual que Juan Gaviota, he pasado a la desilusión, pues hitos del pasado dejaron grabados en la memoria de la gente que la construcción de una red de mercadeo es una escueta pirámide, una forma de estafa, una falacia en donde pocos se enriquecen, una quimera de incautos descontextualizados. Sin embargo, tal como lo sugiere Melamed y como se concibe en los componentes de la IV revolución industrial, las redes se consolidan como modelo de negocio relevante para conectar a millones de personas, dándole un mayor sentido al mercadeo en red.

Al respecto Stephen R Covey, a inicios del milenio, aseveró: “Creo que el mercadeo en red ha madurado. No se puede negar que se ha convertido en la forma viable de crear empresas y ofrecer independencia a millones de personas.”  Y Anthony Robbins exhorta a emprendedores: “El marketing multinivel te brinda todos los beneficios de ser dueño de un negocio sin todos los dolores de cabeza y sin el nivel de riesgo de un emprendimiento tradicional.” Sin lugar a duda, el mercadeo en red se ha convertido en la actualidad en una magnífica oportunidad para mucha gente que está sin trabajo y en una forma alternativa para empleados con bajos salarios que pueden dedicar tiempo parcial para acometer esta estrategia. Pero el éxito del mercadeo en red se centra en la persona, quien deben tener una personalidad triunfadora, como explicaré en otro escrito.

Por ello, además de la generación de ingresos progresivos, el mercadeo en red potencia el desarrollo personal de la gente. Y precisamente estas son las dos razones por la que muchos se abstienen de emprender un negocio de mercadeo en red. Primero, los ingresos crecientes, pues la gente tiene una mentalidad estática de un monto, al cual se aferra. Al igual que el rey que desestimó la recompensa solicitada por el joven inventor del ajedrez, muchos menosprecian la curva logística de ingresos que se construye soportada en el plan de compensación del negocio de mercadeo en red. La inmediatez aniquila un futuro con mayor prosperidad.

Lo segundo, y quizá lo más crítico, es la baja imagen de sí mismo de la mayoría de la gente, y prefiere no poner a prueba su vergüenza: ser rechazado por familiares o amigos o sentirse el ridículo de haber sido tumbado por la simplicidad del negocio. Con base a las etapas del desarrollo neuroemocional de la persona, se deduce que esto es producto a la incapacidad de relacionarse con otros y del temor al fracaso, lo que hace que mucha gente se paralice. Pero negarse tal oportunidad, es la peor decisión, pues se niega a sí mismo la prosperidad y un desarrollo personal óptimo.

El Padre celestial siempre escucha los ruegos de sus hijos, pero muchos ilusos le reclaman airados, como el ahogado de la historia del pueblo inundado, que al morir subió al cielo y reclamó a Dios que no hizo nada para rescatarle. Dios le hizo recordar: la cuerda que le lanzaron, la balsa que se detuvo para recogerle y el helicóptero que regresó a buscarle. Entonces, no pidas a Dios que guíe tus pasos si no estas dispuestos a mover los pies. Jesús, su hijo encarnado, siempre nos instó en recorrer una milla extra. No desaproveches las oportunidades, atrévete a triunfar; en tu interior dispones de todas las herramientas para lograrlo.

Por: CARLOS RAFAEL MELO FREYLE

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