7 de octubre , 2024
Opinión

La Enfermedad: Un mensaje de Dios para instarnos a Triunfar

“Su enfermedad no es un castigo, no es una maldición que llegó de otro planeta, está ahí para enseñarles algo.”
Carlos Jaramillo.
El milagro antiestrés. Cómo enfrentar la mayor epidemia de este siglo


En mi artículo La salud, un tesoro imponderable, publicado por la revista Contacto (2018), esbocé el compromiso de compartir un nuevo escrito sobre el tema, considerando que la enfermedad es una interpretación psicoanalítica del síntoma, cuyo objetivo es una forma de comunicación del inconsciente de la persona para realizar cambios necesarios en el nivel de conciencia y trascender espiritualmente (Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke. La enfermedad como camino).

Explican Dethlefsen y Dahlke que la salud y la enfermedad hacen parte de un todo inseparable, indisoluble, resultante de la ley de la polaridad. Y que, en consecuencia, por el principio de la complementariedad se manifiestan la una y la otra, de manera sucesivas; y que por ello, aseverán los autores, mientras más se busca lograr la salud, a partir de nuevas innovaciones, más prolifera la enfermedad.

Es menester despertar para descubrir lo que somos, toda vez que “lo que nosotros no queremos ser, lo que no queremos admitir en nuestra identidad, forma nuestro negativo, nuestra <sombra>”, explican Dethlefsen y Dahlke. Nos urge despertar para descubrir lo que somos, porque, como afirman categóricamente estos autores, “el que vive en este mundo y no reconoce que todo lo que ve y lo que siente es él mismo, cae en el autoengaño y el espejismo.”

Ante lo anterior, surge la pregunta: ¿Quiénes somos? Amigo lector, te has preguntado alguna vez: ¿Quién soy yo? ¿Y eres capaz de responderte a ti mismo satisfactoriamente a esa pregunta? En el libro La mente en las relaciones humanas, Dan Custer explica que somos mucho más que materia (un cuerpo) que actúa conforme a emociones a partir de razonamientos mentales. Clarifica que somos entes espirituales, que al volvernos consciente de sí mismo (al despertar) somo capaces de dirigir la mente a pensar lo que debe pensar, manejar adecuadamente nuestras emociones y mantener un cuerpo sano.

Por cierto, la física cuántica ha llegado a demostrar que somos energía, un alma revestida con un cuerpo, y precisamente el ser humano, para cada experiencia y cada paso de su conciencia, ha de utilizar el camino del cuerpo. Tengamos presente que al momento de la concepción se crea una maravillosa experiencia a nivel celular, denominada vida. Una chispa divina, el alma, inicia la vida a un nuevo ser dotado de una mente y recubiertos, ambos, por un espíritu. Durante nueve meses se reciben regalos: el cerebro, el rostro, el tronco con los órganos internos y las extremidades, es decir, el cuerpo. Por tanto, somos energía, somos una creación a imagen y semejanza de Dios.

Toda persona opta por una nueva vida para continuar con su camino de evolución espiritual. En el libro Reencarnación y salud. La memoria de las células, Ulrike Vinmann explica que la evolución espiritual es la intención interna del ser humano de ser consciente de sí mismo, de sus posibilidades y potencialidades, hasta alcanzar el punto en el que ocurren cambios importantes en su vida. Después de evaluar lo que conoce de sí misma y lo que se le presenta desde el interior, decide aceptar su “Yo nuevo” dando muerte a su “Yo antiguo”, mediante un proceso que puede ser muy doloroso toda vez que se debe romper con relaciones antiguas y con dependencias arraigadas del pasado. Esta terapia es el camino para liberar bloqueos mentales y corporales, y de esta manera superar la enfermedad, afirma Vinmann.

La enfermedad no es un castigo, es un mensaje de Dios para instarnos a triunfar, pues el crecimiento y la evolución son la esencia de la vida. Por tanto, los síntomas de la enfermedad nos llevan a interpretar lo que hemos de volver consciente de nuestra vida para llegar a una conclusión satisfactoria en cuanto a lo que somos, lo que debe ser nuestra misión, cuáles son nuestras capacidades y aquello que podemos y debemos hacer, explican Dethlefsen y Dahlke.

En la actualidad contamos con tecnología de punta para diagnosticar, atender y corregir, desde una perspectiva fisiológica y/o funcional, los síntomas de la enfermedad que padece una persona. Sin embargo, tal como lo esbozan los médicos Fox en el libro Despierta. estas vivo, la enfermedad permanece en la persona si ésta no está dispuesta o preparada para aprender la lección que vino a enseñarle.

Aquél que, por lo tanto, quiera erradicar la enfermedad debe estar dispuesto y listo para aprender, y debe estar preparado para soportar el proceso disciplinario sin el cual no puede lograrse la salud. Lo que somos, eso es nuestro mundo. Todo en el universo es resuelto en nuestra experiencia interna. Importa poco lo que hay afuera, ya que es un reflejo de nuestro propio estado de consciencia. Tengamos presente que nuestros pensamientos, deseos y aspiraciones componen nuestro mundo, y, para cada persona, todo lo que hay en el universo de belleza, alegría y tranquilidad, o de fealdad, pena y dolor está contenido dentro de sí mismo.

Ya es hora de comprender que solamente hay un poder que cura, que reestablece la salud. Ese poder es Dios o la Inteligencia Infinita o Universal, sea cual fuere el nombre que tú le des. El médico simple y llanamente limpia la herida o te receta fármacos para apoyar a las células en su proceso de restauración; y el psicólogo, psiquiatra o terapeuta únicamente ayuda a remover lo que está en el camino de la vida impidiendo actuar normalmente, y estimula la vida a moverse a través del enfermo como salud. Ese poder que cura está dentro de ti como está dentro de cada cosa, y cuando tal poder está apropiadamente dirigido, puede y quiere sanar tu cuerpo y tus asuntos de todo trastorno.

Conozco varios testimonios de personas que se han sanado a sí mismo. Han entendido el poder sanador de Dios. La película El Secreto nos comparte varias evidencias sobre el poder sanador de la fe. Tu amigo lector también te puedes sanar con la fe de que Dios obra en ti. A guisa de conclusión te comparto esta plegaria, tomada del libro La mente en las relaciones Humanas de Dan Custer, que te ayudará al respecto:

“¡Eso soy yo! No importa en lo más mínimo lo que me haya sucedido en el pasado. La salud es mía ahora. Yo la siento vibrar dentro de mí con cada respiración. Todos los órganos, tejidos y funciones de mi cuerpo están rebosando salud, vitalidad y poder. Yo sé que la vida está ahora operando a través de la mente creadora dentro de mí, reconstruyendo cada tejido que necesita reparación, removiendo toda obstrucción mental o física, para que yo disfrute de perfecta salud.

La mente infinita dentro de mi sabe cómo tomar alimento de fuera de mi cuerpo y a través de un misterioso proceso de digestión transforma ese alimento en tejidos vivos dentro de mí. La mente infinita dentro de mí está haciendo continuamente milagros conmigo. La vida inteligente que poseo combina el alimento, el aire, la luz del sol y el agua y construye un cuerpo perfecto para mí. La inteligencia suprema, que es el poder inteligente que reside en cada átomo y en cada célula de mi cuerpo, mantiene mis pulmones respirando, mi corazón latiendo, mi sangre circulando y mis órganos digestivos operando en perfecta armonía. Yo lo sé, confío en ello, creo en ello y lo bendigo. Y yo le estoy agradecido por servirme tan inteligente y eficientemente.

«La vida está precisamente ahora limpiando, purificando, vitalizando cada parte mía. Yo soy fuerte; estoy sano. Yo sé que no hay nada imposible para la vida y yo soy vida; dependo de la vida y confió en ella. El poder curativo de Dios, sana, fortalece y perfecciona mi cuerpo precisamente ahora. Yo acepto esto porque todas las células de mi cuerpo están vivas, rebosando de perfecta salud. Estoy agradecido por mi salud.”

Tu y yo, como todos los seres humanos, tenemos el poder en nuestro interior para triunfar. despiértalo y haz que trabaje para ti.

Por: Carlos Rafael Melo Freyle

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