Opinión

Adios a un maestro del acordeón

Por: Rafael Manjarrez

Contienen estas líneas mi integro lamento y mi contacto en fidedigna retrospectiva con la memoria de toda una época que marcaron Otto Serge y Rafael Ricardo.

Hoy pareciera estar viendo un emotivo audio-video con todas esas vivencias, con ocasión de la prematura partida a la eternidad del maestro. Rafael Ricardo.

Mis desencuentros con él (R. Ricardo) no rebasaron nunca mi objetivo reconocimiento al valioso aporte de su aplaudido acordeón a la música de nuestro país, ni pueden romper el especial umbral de afinidad, en el que DIOS por vía del talento nos puso concomitantemente a asistir a una época de éxitos musicales y coincidir protagónicamente en una temporada musical bonita, gozando del afecto de amigos en común, con un romanticismo puro en el que nos fundíamos todos.

Hoy es inevitable que haya estampas de mis recuerdos en que seamos coincidentes, con registro en ellas de aquel insumo bendito del aprecio y el cariño que reinaba entre los entusiastas artistas incipientes, practicantes aferrados de la bohemia y las parrandas vallenatas.

Bendito sea DIOS.

Hoy todo el día con un tipo de tristeza inenarrable, he vuelto a escuchar insistentemente una canción que se llama “Señora”, que compuse yo e interpreta el Mtro. Ricardo.

Allego de manera honesta y respetuosa este mensaje de solidaridad a sus familiares y cercanos, en un momento como este en que imagino el quebranto, la tristeza y el vacío que los embarga, en lo que aún cuando jamás será consuelo y en medio del dolor hasta resulte necio decirlo, es insoslayable acotar que la notoriedad del deudo acrecenta el duelo.

PAZ EN SU TUMBA.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *