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Brasil entró en la penúltima semana de la campaña electoral a punta de pistola

Brasil no tuvo tiempo de recuperarse del debate televisado del domingo, en el que el presidente Jair Messias Bolsonaro y su contrincante Luiz Inácio Lula da Silva se dijeron de todo, que de inmediato entró en la penúltima semana de campaña a punta de pistola.

El lunes por la mañana el candidato a gobernador del estado de San Pablo, Tarcísio de Freitas, en plena campaña en Paraisópolis, una de las principales favelas paulistas, se encontró de repente en el medio de un tiroteo. Tarcísio, del Partido Republicano Brasileño (PRB) y ex ministro de Infraestructuras de Bolsonaro, resultó ileso, al igual que el grupo que le acompañaba, entre los que había periodistas y fotógrafos. El grupo asistía a la inauguración del primer campus universitario de la favela.

Uno de los agresores resultó herido. “Fui atacado por unos 20 delincuentes”, escribió Tarcísio en sus redes sociales, él que es el gran contrincante de Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), quien comentó el incidente diciendo que repudia “cualquier forma de violencia”. Y mientras que el actual gobernador Rodrigo García pidió inmediatamente una investigación, Bolsonaro no quiso comentar, “todavía es demasiado pronto para decir si fue un atentado. Tenemos que entender si fue una acción aislada o si ya había un enfrentamiento en esa zona”.
Atentado contra el candidato a gobernador de Bolsonaro en São Paulo, Tárcisio Freitas

Esta penúltima semana de la campaña electoral comienza entonces con la violencia y no está claro lo que se espera en los próximos días. Los analistas han partido del debate para entender cómo se moverán los dos candidatos y cuáles son las incógnitas que quedan.

Lo cierto es que, a pesar de su epíteto de “país del futuro”, el Brasil contado hasta ahora por Lula y Bolsonaro es un país sólo del pasado, de lo que ha sido bajo sus gobiernos y no de lo que será en el próximo mandato presidencial, en el que las condiciones geopolíticas a nivel mundial son difíciles y muy diferentes a las de hace veinte años.

Sea suficiente decir que en el debate televisado los dos utilizaron apenas un 5% de su tiempo y de sus palabras para presentar a los brasileños propuestas concretas de su eventual y futuro gobierno. Además se trató de informaciones puntuales y no de la descripción de un plan gubernamental.

Al subsidio ‘Auxilio Brasil’ que Bolsonaro anunció que sería de por vida, Lula contrapuso la aprobación de la reforma tributaria por parte de la Cámara: “Proponemos una exención de hasta 5000 reales, cerca de 1000 dólares, en los impuestos para que los más pobres puedan tributar menos y los más ricos puedan tributar mas”, dijo.

También se mencionó el complicado tema del presupuesto secreto, es decir, un mecanismo legal pero turbio para transferir fondos del ejecutivo a los legisladores. Sin embargo, ninguno de los dos candidatos dejó claro qué pasaría en caso de victoria de uno o de otro.

También faltó cualquier referencia a un posible ministro de economía en un posible gobierno de Lula y para ambos faltó cualquier referencia a directrices estructurales. Bolsonaro tiene a su favor el hecho de ser un presidente en funciones cuya economía está bien comparado con las otras de la region, con el Fondo Monetario Internacional que elevó la proyección de crecimiento de Brasil a un 2,8% en 2022.

Pensar que los planes económicos puedan ser desvelados en estas dos semanas que quedan parece difícil. Lula en un evento en Sao Paulo parece ya jugar a la defensiva. “Haremos lo que ya hemos hecho una vez. Pero tendremos que tener paciencia porque Brasil es un país fallido”.

En las redes sociales, muchos simpatizantes le piden que cambie el tono, que hable menos de ‘picaña y cerveza’ para llevar a las mesas de los brasileños, su mantra durante toda la campaña, y que ataque más a Bolsonaro sobre todo en el frente de la supuesta corrupción de él y sus hijos.

Es precisamente el tema de la corrupción el que podría ser el nuevo trampolín de la campaña de Bolsonaro en esta última carrera hacia la votación final del 30 de octubre. No sólo porque en el debate televisado con Lula fue sobre este tema que el presidente lo descolocó mediáticamente, sino porque por primera vez en meses, al margen del debate, Bolsonaro hizo declaraciones con el juez símbolo de la operación Lava Jato, Sergio Moro, senador recién electo que destapó la mayor red de corrupción de Brasil y llevó a la detención de Lula en 2018.

Moro fue ministro de Justicia en el gobierno de Bolsonaro hasta 2020, para dimitir de forma tormentosa con la gravísima denuncia de injerencia en la policía federal del presidente. Y a los que criticaron su nuevo acercamiento con Bolsonaro Moro respondió que “son más las convergencias que nos unen. Si permitimos que el PT vuelva al poder, Brasil se dirige no sólo al desastre económico, sino también al desastre moral”.

A la periodista que le preguntó cómo era posible este acercamiento, Bolsonaro le dijo: “¿No se ha peleado nunca en casa con su marido?” y luego añadió que “la Lava Jato volverá a ser una realidad en Brasil”. Moro y su colega Deltan Dallagnol también filmarán videos de campaña para Bolsonaro, quien espera recuperar los votos de los seguidores de la Lava Jato decepcionados por la renuncia de Moro como ministro.

En los próximos días, tras viajar en el nordeste de Brasil, los dos candidatos se centrarán en el sureste del país. La razón es sencilla. El sureste se considera la circunscripción electoral más importante, capaz de determinar el resultado final. Está formada por los estados de San Pablo, con el 22,16% del total del electorado, Minas Gerais, con el 10,4%, y Río de Janeiro, con el 8,2%.

Lula se reunirá con sacerdotes y monjas en los próximos días para reforzar su imagen de hombre religioso violentamente cuestionada por la campaña bolsonarista que le acusa de querer “cerrar iglesias” como ocurrió en Nicaragua.

En esta carrera hasta el último voto – Lula superó a Bolsonaro en la primera vuelta por poco más de 6 millones de votos- no está claro si el ex presidente también se reunirá con exponentes de la comunidad palestina dado que uno de sus diputados, Paulo Pimenta, pidió explícitamente a esta comunidad que votara por Lula “que ha hecho tanto por ustedes a lo largo de los años”.

Bolsonaro hará lo que su contrincante ya ha hecho antes de la primera vuelta, que es reunirse con artistas, especialmente con cantantes “sertanejos”, es decir del interior. El próximo debate televisado está previsto para el viernes 21 de octubre, en la televisión SBT, pero Lula no ha confirmado su presencia.

Tras el debate, Bolsonaro volvió a cuestionar el funcionamiento de las urnas electrónicas, calificándolas de equipamientos “antiguos de finales de los 90″. Y aunque repitió que el tema está en manos de las fuerzas armadas que integran la comisión de transparencia del Tribunal Superior Electoral (TSE), también agregó que es “todo unánime que no existe un sistema electrónico impenetrable”.

Mientras tanto, la última encuesta del Ipec pone a Lula por delante de Bolsonaro con el 54% de los votos válidos contra el 46% de su rival. Con Infobae

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