viernes, abril 19, 2024
Opinión

La querella inconclusa

Por: Luís Orozco Córdoba

La discriminación de la mujer por la única razón de serlo, su relegación al rol de mera comparsa en el tablado de la vida social y política y el desconocimiento de su igual capacidad intelectual han sido unas constantes en la historia, aún en la historia del mundo civilizado de Occidente; son por demás conocidos los conceptos desobligantes y de exclusión contra las mujeres de aprestigiados pensadores, lista que va de Eurípides, Platón y Aristóteles hasta Balzac y Dostoievski, pasando por Agustín de Hipona, Nietzsche, Voltaire, Freud y Einstein.

Ese trato desigual e injusto, esa omisión calculada, ese irrespeto y falta de consideración dio lugar por parte de las mujeres a una reacción intelectual e ilustrada pero también políitica y gremial que con el tiempo se convertiría en la más formidable cruzada por la igualdad y el reconocimiento, cruzada que se conoce en la historia de la lucha feminista como la Querella de la Mujeres, la cual describe de manera sucinta María-Milagros Rivera Garretas:

“La Querella de las mujeres fue un complejo y largo debate filosófico, político y literario que se desarrolló en Europa durante parte de la Edad Media y a lo largo de toda la Edad Moderna, hasta la Revolución Francesa; es decir, hasta finales del siglo XVIII. Fue un debate filosófico y político en el que se discutió y muchos trataron de demostrar la «inferioridad natural» de las mujeres y la «superioridad natural» de los hombres. Fue un debate muy vinculado con el mundo de las universidades y, por ello, también con el mundo clerical, con el mundo de los eclesiásticos cultos, especialmente antes de la aparición de ese movimiento cultural secular, que se suele llamar Humanismo.

En los orígenes y entre los precedentes de la Querella de las mujeres se pueden distinguir dos movimientos; uno de ellos de carácter social, el otro de carácter y contenido académico; uno protagonizado por mujeres y el otro protagonizado por hombres. Los dos se sitúan en los siglos centrales de la Edad Media.”

Según algunos autores la Querella de la Mujeres se inicia con la obra de Cristina de Pizán, afamada escritora, veneciana de nacimiento y francesa por adopción; su libro La Ciudad de las Damas publicada en 1405 constituye no solo un hito fundamental en defensa del sexo femenino sino que se cuenta entre las forrmulaciones de sistemas de gobiernos ilusorios al lado del estado perfecto de Platón, de la Utopía de Moro y de tantos otros modelos artificiosos.

Tras Cristina de Pizán se sucede una pléyade de autoras, actiivistas y luchadoras que retoman la causa feminista y añaden sus obras y sus militancias a la Querella de la Mujeres, los textos sobre esta cuestión traen un catálogo inmenso de nombres que citar algunos implica la injusticia de omitir en forma inicua a tantas mujeres ilustres, a tantas mujeres humildes que dedicaron y dedica hoy sus vidas a luchar por la equidad y el reconocimiento.

Hoy, cuando el feminismo sigue en pie de lucha, cuando continúa en el mundo la esclavitud femenina, la explotación laboral, la trata de blancas, el matrimonio obligado, la ablación genital y tantas otras formas de discriminación, exclusión y maltrato por razón del género, creeemos que la Querella de la Mujeres es una lite inconclusa, que la lucha sigue y que los hombres podemos tener una participación de solidaridad y apoyo a esta gesta de nuestras compañeras de ruta “en este mundo historial”.

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