jueves, abril 25, 2024
Opinión

Valledupar, terra nullius

Por: Luís Orozco Córdoba

Cuando las guerras se libraban entre ejércitos que avanzaban contra el enemigo disputándose a muerte cada palmo de terreno ocurría a veces que la lucha se estancaba, que los combatientes detenían su avance, quedando entre ellos unas áreas que ninguno controlaba, áreas que en el lenguaje bélico se conocieron como tierra de nadie, terra nullius según el derecho romano.

Hoy, Valledupar es lo más parecido a eso: una tierra de nadie, una terra nullius. Aquí la vida ciudadana que avanzaba de tiempo atrás hacia un progreso ordenado, planificado, hacia la construcción de una ciudad eficiente, amable y solidaria se ha estancado al enfrentar las fuerzas contrarias: las del crimen, la incultura, el irrespeto, la ilegalidad, el desorden y el asalto continuado de lo público.

La seguridad ciudadana, fundamento básico de la conservación de la organización política, cuya mayor manifestación es la seguridad que tiene el ciudadano de estar protegido por la autoridad y la ausencia del temor a ser víctimas de ataques a su integridad y a su bienes, enfrenta en esta tierra de nadie a una autoridad débil e inoperante a una delincuencia violenta, armada y desafiante que la aventaja. Homicidios, lesiones, robos, despojos e impunidad están al orden del día.

La salud pública, además de los embates de la pandemia enfrenta el desacato y la desobediencia de sectores de población que desprencian los llamados al distanciamiento social, al cumplimiento de las medidas de protección sanitaria; minorías de incultos y desadaptados que convertidas en multitudes desbocadas rompen todo el protocolo sanitario, empresarios de lo ilícito que convierten las vías de la ciudad en muladares y sitios de vertimiento de desechos.

Valledupar ha sido víctima de un continuo y público despojo de tierras que no se investiga ni se penalaliza, menos aún se restituyen las tierras despojadas a su legítimo dueño. El espacio público de manera indiscriminada ha sido objeto de ocupación indebida, se invaden aceras y calzadas, zonas públicas cedidas por los urbanizadores, las riberas del Río Guatapurí, las rondas de las acequias que cruzan la ciudad, el Vivero Municipal y una serie de inmuebles fiscales y de uso público, siempre a la vista autoridades indolentes, cuando no corruptas.

Las últimas noticias locales dan cuenta de la intención de particulares de construir viviendas en el Cerro de Hurtado lo cual ha provocado justas protestas de ciudadanos y de gremios. Este Cerro -insignia de la ciudad- es en su mayor parte de propiedad privada clasificada por el Plan de Ordenamiento Territorial de Valledupar- POT como de actividad residencial. La parte que pertenece al Municipio, la cual ha sido ultrajada con el monumenlal disparate denominado la Casa en el aire, está clasificada como suelo de protección del sistema orográfico. Sería de esperar que quienes dicen administrar esta tierra de nadie defiendan la propiedad pública como de seguro defienden su propiedad privada, que ejerciten las acciones de la ley para restituir al Municipio lo que le ha sido usurpado y que, en un acto de suprema valentía y de inusual honestidad, declaren la adquisición del Cerro de Hurtado como de interés público para protecciób del sistema orográfico y procedan en consecuencia. Pero, al parecer, eso es mucho pedir en estos tiempos de anomia moral y desmaña administrativa.

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