jueves, marzo 28, 2024
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Los grandes  sueños de Raisa, la reina de Nacho Urbina

Ella dice que tiene un pie bien afincado sobre la tierra y otro en el aire, persiguiendo sueños. Yo pienso que después de ‘La casa en el aire’; su canción, ‘Hija’  es la segunda  más bella que padre alguno le haya hecho a su primogénita, y que ella, es una de las musas más inteligente de esa serie de niñas, que hicieron volar la imaginación de un poeta. Me atrevería a decir que tan inteligente, como Rosa María Escalona, la niña de ‘El manantial’.

Ella piensa que su padre es irremplazable, que es el mejor padre del mundo y uno de los mejores compositores que ha parido el vallenato, con una obra tan buena y tan profunda, difícil de imitar. Yo digo que tiene razón, pero además lo que veo, es la  más grande muestra de cariño y admiración de una hija, ante un ser que le trazó la ruta más importante para caminar segura por la vida.

Ella es Raisa, la hija del médico, escritor, historiador y compositor, Hernán Urbina Joiro. Esa misma niña que sacó lo más bello de la poesía del alma vallenata y se convirtió en un referente de ternura, desde el mismo momento en que Diomedes Díaz, hace dieciséis años, llorando y sentado en una silla mientras grababa la canción hecha en su honor, gritó a todo pulmón: “hija, yo te quiero mucho, no lo olvides en el mundo, que tú debes conquistar”.

Hoy la reina de ‘Nacho’ Urbina y ‘Tata’ Louis Lakah, cumplió 18 años y se prepara para eso, conquistar el mundo; estudiando una carrera desde donde supone, se puede ayudar y se puede aportar mucho a nuestra sociedad. Pronto Ingresará a la facultad de Comunicación Social en la Universidad Javeriana de Bogotá,  y cree que con ese cúmulo de ideas que tiene por plasmar en el lienzo del mañana, dará un paso al frente, marcando la diferencia.

De niña a mujer

Hablar con Raisa, es volar junto a ella por esas ansias  de  conquistas; pues sumerge a uno en ese mar de ilusiones, en ese océano de entusiasmo con una seguridad de gente grande, pero no en tamaño; sino en propósitos, como  esos seres extraordinarios que no se achican ante nada.

Cuando eres niña y comienzas a preguntar el ‘por qué’ de tantas cosas, la madurez y el conocimiento te van llegando de la mano con cada respuesta. Eso mismo pasó con Raisa. Eran tantas preguntas a sus padres, profesores, amigos de la familia,  que a veces las respuestas se complicaban, por lo  difícil de digerir en alguien de esa edad; pero ella todo lo entendía, a su manera, pero lo entendía, y además no se quedaba con una sola respuesta. Eso le marcó la pauta de lo que ambicionaba para cuando fuese grande. Deseaba ser comunicadora social, tal vez directora de cine con voz y voto en cualquier escenario, para defender esas ideas que iban germinando en su mente desde entonces. Creció con un pensamiento liberal, pero con ciertos límites que ella considera necesarios para una joven con sus principios, producto de su misma crianza, en un hogar sano, con una mamá comprensiva y consentidora donde nada le fue impuesto. Su patrón para avanzar fueron las frases de ese canto hecho a su medida.

Dice su padre que vino de la dicha, claro que llegó de allí, por eso es sumamente feliz. Irrumpió como ese terremoto de amor abarcando todo y no dejando espacios para  las tristezas en su hogar. Él sabe que con su sola presencia y un abrazo tierno, se llenan los vacíos del alma.

Sin embargo, desglosando  todo ese compendio de frases bellas, La vida de Raisa Urbina fue especialmente marcada, por dos expresiones de ese hermosísimo poema que su padre le cantó: “Hija, nunca tengas miedo, de decir tu pensamiento, ni luchar por tu ilusión”. Un consejo que se convirtió en su bitácora de vida, tanto así que hasta con sus mismos padres se plantaba a defender su pensar. Y la otra frase es una súplica del alma, diciéndole desde el fondo de su yo, hazlo tú sola, pero hazlo bien; ya que así lo intentara,  yo no puedo andar tus pasos.  De ahí que   Urbina Joiro le dice: “Hija, tanto puedo amarte, pero no puedo ordenarte, toda tu felicidad, aunque quisiera salvarte, hay un mundo inevitable, que por ti debes andar”.

Involucrarse, influir y dejar huella

Alzando su voz con un mensaje directo, Raisa pregunta, “por qué sufren los niños”. Su filosofía es clara, “ningún niño debiera sufrir, debiera llorar. Un niño debe crecer feliz, no morir de hambre. El niño debe vivir  sin sombra de sufrimiento. Ningún padre tiene derecho a trasladarle sus problemas a sus hijos, ya ellos crecerán y tendrán tiempo de resolver sus propias problemas, mientras tantos déjenlos ser niños felices”.

Otro tema que preocupa a la heredera del médico Urbina es el medio ambiente. Es consciente que si hoy no cuidamos lo que tenemos, los ríos, las montañas, la misma naturaleza, dentro de cincuenta años será poco lo que tendrán las nuevas generaciones para disfrutar. “Por eso camino tras mis metas, porque mañana quiero sentirme escuchada, para ayudar a mi mundo” expresa la joven.

Raisa medita  en su mañana y se pinta como esa profesional exitosa. Toda una mujer, mucho más madura, con las mismas ganas de tomarse el mundo,  pero aportando su granito de mostaza a sueños  inmensos. Quiere influir en los jóvenes de su edad desde una perspectiva mucho más humana. Aspira desarrollar ideas, involucrarse desde la tecnología y  llevarlos a que tomen conciencia de todo lo que tenemos y de lo que vamos perdiendo por no cuidar la naturaleza, no cuidar la niñez y no  saber escuchar a los sabios de los años, que son nuestros mayores.

Su idea es clara, no será una ola agitada por el viento del momento. Desea dejar huella en el mundo, como la dejó una persona a quien amo con el alma y lloró mucho su partida. Ese fue Rafael Escalona, el abuelo que la amo de igual manera, el mismo que iba de vacaciones a su casa en Cartagena y se dedicaba a ‘pechicharla’, a conversar con ella y a aclararle todas esas dudas de “niña preguntona”.

Hija yo te quiero mucho 

Pese a que  ‘Nacho’ Urbina sabe que Raisa creció y que se convirtió en toda una belleza, una mezcla vallenata-guajira-siria, y además es consciente que algún día volará lejos de casa a formar su propio nido; para él no dejará de ser el más grande amor de su vida, su niña linda, que cada mañana se levanta “sonriéndose, hurgando  la vida, sonriéndose”. Por ahora es así, ya que esta reina confiesa que el amor todavía no ha tocado las ventanas de su ser, aún sobra tiempo. Mientras tanto sigue con su alma libre, con las alas del alma ensanchadas al viento.

A pesar de sentirla plena, como todo papá, a Urbina Joiro la duda lo asalta muchas veces, y en esas mañanas de ensoñación la mira inmensa y sufre el temor que en cualquier instante, alguien intente frenar su dicha, sus anhelos, y él no esté a su lado para protegerla. Pero entonces Raisa canta y luego le  habla.  Y ahí, en ese mágico momento de  luz  entiende de verdad, que a su reina de multitudes, su huracán de amor,  solo Dios puede detenerla.

tarynescalona@gmail.com
@Tarynescalona

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