viernes, abril 19, 2024
Opinión

Petro y Duque bajo el principio de precaución

Por: Camilo A. Pinto Morón
@camilopintom

Hace un tiempo escribí una columna sobre las dudas razonables de carácter científico respecto a daños y peligros de daño que pueden o no llegar a existir alrededor del funcionamiento de las antenas de telefonía móvil en el país. Para abordar el tema me basé en el principio de precaución (Ley 99 de 1991), el cual tiene como objetivo principal evitar daños de carácter severo e inalterable al medio ambiente. Bajo este principio quisiera ponderar las candidaturas de Petro y Duque.

En el panorama político colombiano no existe duda que con la salida de la FARC de la contienda presidencial (quienes no contaban con un patrimonio electoral de peso alguno) y la victoria arrolladora del candidato del  uribismo en ‘La gran consulta por Colombia’, las dos candidaturas que representan los dos extremos del espectro político son las de Gustavo Petro por la izquierda e Iván Duque por la derecha, las cuales, teniendo en cuenta algunos puntos de sus propuestas, a mi juicio, generan ciertas dudas en temas económicos, sociales, ambientales y constitucionales, representan un futuro político divisorio y polarizador para el país, un marcado retroceso, la constituyente de Petro y la modificación a las altas cortes de Duque son dos ejemplos de la peligrosidad de algunas de sus propuestas, altísimo calibre.

Recreemos las candidaturas presidenciales de Petro y Duque con la temática del principio de precaución. Según la doctrina, los elementos y fines de este principio son: 1) Anticipación o previsibilidad del peligro. 2) El peligro de daño. 3) La gravedad e irreversibilidad del daño. 4) La incertidumbre con respecto a la probabilidad de daño que puede causar la actividad o la ausencia de certeza científica absoluta. 5) La adopción de medidas pertinentes para evitar daños al medio ambiente. (Ver: El principio de precaución en la legislación ambiental colombiana – Karem Lora Kesie).

Los colombianos tenemos en este principio una herramienta para encaminar al país por una vía gubernamental saludable. Debemos prever cuán arriesgado resultaría elegir un presidente proveniente de un extremo donde la imposición vale más que el consenso. El peligro de daño es palpable, las lesiones que se le propinasen a nuestro modelo de Estado serían difíciles de reparar. Hay dudas razonables para desechar los extremos y tomar las medidas electorales necesarias para evitar que se le causen perjuicios al proyecto de Estado Social de Derecho que perseguimos.

Amigos lectores, mi invitación es que sometamos las candidaturas de Petro y Duque a un riguroso examen bajo el principio de precaución y observemos qué nos resulta.

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