jueves, abril 18, 2024
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Así despidió Fernando Dangond  a  Cristy su mariposita

Han alguna vez visto una mariposita divina, volando en su jardín, moviendo sus alitas de arcoiris, juguetona y vivaz?
Han notado como los pétalos se desprenden de las flores, llevados por el viento, en busca de esta mariposita divina, tratando de ser como ella?
Desde el instante en que Cristina nació, ella se convirtió en una fuente de gozo y amor y energía para toda la familia. Recuerdo haber pensado, cuando era una bebita en mis brazos, mirándome con sus ojos celestiales: cómo puedo condensar el millón de besos que me provoca darle, en ún único y poderoso beso?

Ella fué una fuerza de la vida, un ser de luz, verdaderamente la sal de la tierra, la lámpara que nos guió, viviendo plenamente el presente sin preocuparse por el pasado o el futuro. Cristina nació con un imán para atraer ángeles, celestiales y terrenales. Siempre la rodeaban. Y siempre seguían llegando y llegando. A cualquier lugar que visitábamos en familia, notamos que todos alrededor de Cristy deseaban conocerla y ser sus amigos. Todos se sentían confortables en su presencia y conmovidos por su carisma, su amor genuino por la gente, virtudes que ella ponía en acción en toda oportunidad. Miles de personas se conmovieron con sus videos simplemente pidiendo a la gente que dijeran «Jesús en Tí confío». Ella quería ayudar a otros, quería salvar almas.

Los corazones de sus hermanos Daniel y David, se derretían cada vez que la veían. Monica y yo, sus padres, la veíamos como nuestro tesorito precioso. Sus abuelos, tíos, primos, amigos y las miles de personas que seguían sus frases en Facebook, seguían insaciables buscando más detalles de la vida de Cristy. Había algo inexplicable y contagioso en la forma como Cristina expresaba su coraje, risa, candor, energía, brillo y pureza, y siempre queríamos recibir más y más de ella. Nunca quejándose, con aceptación, serenidad y gozo, sin nunca faltarle nada, siempre compartiendo y perdonando, ella vivió una vida por Jesús, su Pastor, una vida digna de vivir, una vida que no termina. No termina porque al actuar en el nombre del Señor, así es como verdaderamente comenzamos a habitar, desde la tierra, en su casa eterna.

Ahora me doy cuenta que nosotros fuimos instrumentos, ayudando a Dios para que ayudara a Cristy a lograr su misión en la vida. Fuimos los discípulos de Dios en esta jornada. Esta fué una misión en la que ella triunfó con todos los laureles en el nombre de Jesús, con coraje, dignidad, compasión, humildad y aceptación. En este camino, hemos aprendido lecciones de vida por Cristy que nos han hecho mejores seres humanos, ansiosos de ir por el mundo imitándola, con amor por Dios y amor por el prójimo como nuestras fuerzas guías, contemplando la belleza en todo y en todos, maravillados ante la gran pieza de arte de nuestro Creador.

Cristina, nuestra guerrerita preciosa, ahora estás liberada, te has ganado el premio prometido de Jesús, ya puedes irte de este valle de lágrimas, ya no tienes que cargar una cruz. Al encender una llama de esperanza para iluminar este mundo y ayudar a otros explorar su misión, has hecho exactamente lo que Jesús quiso que hicieras.

Sonríe, vuela alto, mi mariposita divina, hacia nuestro bello Dios, nuestra fuente de vida y gozo eternos. Te imitaremos, como los pétalos arrastrados por el viento, siguiendo tu vuelo, felizmente, con nuestros espíritus vestidos con los colores del arcoiris, buscando tocarte, tocarte, y besarte, besarte, nuevamente en los jardines del cielo.

Por: Fernando Dangond

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