26 de julio , 2024
Internacional

La difícil encrucijada de Xi Jinping ante la invasión de Putin a Ucrania

La cautela es una enseñanza de Confucio que impregna la vida de los chinos. Y es la locomotora de la diplomacia en Beijing. La cancillería china está transitando un muy delgado sendero en la crisis de Ucrania. Rusia es su aliado natural y podría tener grandes beneficios de una invasión de las fuerzas militares del Kremlin en territorio ucraniano. Pero también entiende que Vladimir Putin tiene doble filo. Es uno de esos amigos que pueden ser los grandes animadores de la fiesta hasta que se les ocurre contar un chiste políticamente incorrecto y hace que todos los invitados de pronto recuerden todas las urgencias que los esperan en sus casas.

Putin fue uno de los pocos líderes globales que asistieron a la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing. Y recibió lo que había ido a buscar, el apoyo de China a su jugada en Ucrania. En el comunicado conjunto, Beijing expresó su “comprensión y apoyo” a la posición rusa con respecto a la expansión de la OTAN hacia el Este. Y pidió a Estados Unidos que respetara las “razonables preocupaciones de seguridad” de Rusia sobre Ucrania. Mucho se especuló con que, a cambio, Putin se comprometió a no realizar ningún movimiento militar que pudieran opacar los juegos y que esperaría hasta su finalización para iniciar la invasión.

Dos semanas más tarde, cuando ya se estaban yendo los atletas, Beijing moderó su posición. “Las partes implicadas en la crisis ucraniana deben volver al Acuerdo de Minsk (del cese al fuego en las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk) establecer una hoja de ruta y un calendario para resolver el problema en lugar de exagerar la guerra y crear pánico”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, el sábado en la Conferencia de Seguridad de Múnich. “Si la OTAN sigue expandiéndose hacia el Este, ¿contribuye a mantener la paz y la estabilidad en Europa?”, se preguntó Wang. Y aclaró que la postura china es que la soberanía, la independencia y la integridad territorial de todos los países deben ser respetadas y salvaguardadas, y “Ucrania no es una excepción a este principio”.

China ya se benefició de la crisis y puede hacerlo aún más. La atención del mundo dejó de estar en el conflicto de fondo que es la confrontación con Estados Unidos por el liderazgo global en la segunda mitad de este siglo. También se diluyeron en las noticias las agresiones de su aviación y marina sobre la isla de Taiwán y su expansión en el Indo-Pacífico. Mientras continúe la tensión y Rusia mantenga su pulso de amenaza de invasión inminente sobre Ucrania, Beijing puede continuar con su juego en lo que considera su “patio trasero”. Si bien el gobierno de Washington y la Unión Europea aseguran que no se involucrarán directamente en una guerra, el presidente Joe Biden no puede dejar de atender los asuntos que implican a sus mayores aliados. Tiene que atender los dos frente al mismo tiempo, pero la prioridad está en el ataque ruso que comenzó anoche en los territorios separatistas con el potencial de desestabilizar a buena parte del mundo y podría convertirse en el conflicto más grave en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

“Desde una perspectiva geopolítica, es bueno para China que Estados Unidos, Europa y Rusia se centren en una crisis lejos de sus fronteras y no se centren en los problemas que tienen con respecto a China, lo que le da a Beijing las manos libres para lidiar con sus preocupaciones en su propia región”, opinó Chris Miller, profesor de la escuela Fletcher de Relaciones Internacionales de la Universidad Tufts, en una entrevista con la BBC. En tanto que Minxin Pei, del Claremont McKenna College de California, escribió en un artículo publicado por Project Syndicate que “si Rusia invade Ucrania, precipitando un conflicto prolongado con Estados Unidos y sus aliados occidentales (aunque una confrontación militar directa es improbable), China obviamente se beneficiaría. Estados Unidos necesitará desviar recursos estratégicos para confrontar a Rusia y sus aliados europeos serán aún más reacios a prestar atención a los ruegos de Estados Unidos para unirse a la coalición anti-China”.

Beijing obtendría ventajas particularmente en el caso de que Occidente imponga las duras sanciones económicas con las que amenaza a Rusia si ésta invade Ucrania. Moscú se quedaría sin poder comerciar con buena parte del mundo y China sería la mejor opción para cualquier transacción económica. El grupo de otros países que podrían ayudar a Moscú es muy pequeño: Irán, algunos países árabes como contraprestación a su ayuda al régimen de Bashar al Assad en Siria, tal vez India y Venezuela (aunque sabemos que muy poco podría aportar ). Beijing necesita, por ejemplo, del gas ruso y en estas circunstancias podría conseguir precios de saldo. Y claro, todos los otros productos chinos que inundan los mercados globales.

Pero esa posición también es muy incómoda para China. Dar una salida al comercio ruso en el medio de una batería de sanciones occidentales, la devolvería al centro de la atención y las medidas restrictivas seguramente terminarían golpeando su propia economía. “No creo que China piense que se beneficiaría con la guerra más allá de algunos acuerdos básicos. Aunque respaldó a Rusia diplomática y políticamente durante esta crisis, eso no significa necesariamente que sea muy partidaria de cualquier jugada militar arriesgada que Moscú pueda tomar”, dice el profesor Chris Miller.

Y ahí aparece la cautela confuciana. China va a seguir apoyando a Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como cuando se abstuvo en la votación de las sanciones por la invasión de Crimea en 2014. Rusia le devolvió la gentileza votando en contra de sanciones por sus incursiones sobre la soberanía de Taiwán y apoyándola cuando la diplomacia china se mostró muy preocupada por el acuerdo de seguridad Aukus (suscrito por Australia, Estados Unidos y Reino Unido con el objetivo de “defender” sus intereses en la región Indo-Pacífico). Y no se privará de hacer algún buen negocio dentro de sus expectativas de costo. Pero esos son los límites. Hasta allí se extienden los beneficios y a partir de esos suburbios diplomáticos comienzan a aparecer los perjuicios que Beijing quiere evitar a toda costa. Amigos con límites. Con Infobae

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