martes, abril 23, 2024
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Según Ákerman este es el macabro ‘criterio’ con el que ‘seleccionaban’ en el batallón La Popa a los falsos positivos

El periodista lamenta cómo en el Batallón La Popa, en Valledupar, se habrían «escogido» a las víctimas que luego eran presentadas como guerrilleros abatidos.

En su columna en El Espectador, Yohir Ákerman se remite a un documento del 20 de enero pasado, al cual ese periódico ya se había referido en un artículo del 14 de abril, y que narra -según el columnista- “diez elementos que demuestran que las víctimas del Ejército para los falsos positivos eran cuidadosamente escogidas y seleccionadas por determinados rasgos”.

Se trata de un informe que, de acuerdo con Ákerman, fue presentado a la JEP por el Colectivo José Alvear Restrepo (CAJAR) y el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, luego de que esas organizaciones escucharan 40 versiones de 32 exintegrantes del Batallón La Popa donde se reseñan “146 víctimas que habrían sido ejecutadas extrajudicialmente entre 2002 y 2005”.

“El criterio de selección para las muertes”, dice el periodista en su artículo de opinión, incluía “cosas tan simples como estar indocumentado, tener antecedentes, ser menor de edad o de bajos recursos, como recicladores y habitantes de la calle”.

En esa “selección”, continúa el columnista, se incluía a indígenas, personas señaladas de ser guerrilleros o desmovilizados, discapacitados y comunidad LGBTI.

Y respecto de lo último, el opinador enfatiza en el testimonio entregado por un militar el 7 de diciembre de 2007 en Valledupar, quien “confesó que ejecutaron a un joven que se les acercó a hablar, simplemente porque se veía “como gay”. El objetivo, vaya novedad, era presentarlo después como un guerrillero muerto en combate”.

Pero Ákerman va más allá e incluso relaciona estos hechos con la investigación que la revista Semana publicó el pasado 1 de mayo y en la que señala al mencionado colectivo de abogados entre las organizaciones que habrían sido seguidas ilegalmente por miembros del Ejército.

Según el comunicador, “el Ejército estaba perfilando, espiando y chuzando” al CAJAR “para saber la estrategia de defensa de las víctimas de los falsos positivos”.

Pero además, en su columna, Ákerman insiste en la pregunta de “quién o quiénes han sido los receptores de esta información ilegal” y, acto seguido, llama la atención sobre la “cercana” amistad entre la senadora María Fernanda Cabal y su esposo, José Félix Lafaurie, con el coronel Publio Hernán Mejía Gutiérrez, quien era comandante del citado batallón cuando ocurrieron los falsos positivos mencionados.

Finalmente, el periodista recuerda que el expresidente Álvaro Uribe manifestó, en su momento, su apoyo al coronel Mejía por el libro que este escribió en el 2016 desde prisión, donde el militar purga una condena de 19 años de cárcel por alianzas con el paramilitarismo. Pulzo

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