miércoles, abril 24, 2024
Opinión

Lo frágil que me sentí cuando escribí mi primera canción

Por: Brandon Barceló

Creo que es una realidad que todos los que somos amantes del vallenato, en algún momento hemos querido tener la capacidad de escribir una buena canción y cantarla con el corazón en nuestras parrandas con amigos. No a todos se nos da con facilidad eso de escribir cuando de canciones se trata. Intentar hacer que la primera rime con la tercera, que la nota caiga donde tiene que caer y que la letra no diga estupideces, es todo un reto. Sin embargo, también hay un momento de lucidez, en el que el corazón se pone el traje del compositor y empieza a dictarle verso por verso a la mano, que en un movimiento casi que sin intención, acaba escribiendo bellas estrofas, que quizá nunca se escuchen, pero que quedan guardadas para los recuerdos.

Al corazón hay que dejarlo hablar, y no ponerle al cerebro enfrente para que lo calle y lo asuste. El día que escribí mi primera canción, sentí una riña entre estos dos órganos, porque mientras uno quería expresar todo el sentimiento, y quería decir cosas muy románticas, el otro solo podía pedir que le bajara a tanta cursilería y que más bien se dedicara a pensar en “cosas serias”. Pero que va, cuando el corazón empieza a hablar, se suelta, sale pidiendo vía y si se cuenta con suerte, no lo ataja nadie. Ese día entendí que no podía callar los sentimientos y acabé escribiendo una canción, que todavía para la razón no tiene mucho sentido, pero que pone al corazón a soñar.

Cansado de ver como todas las mujeres que me gustaban, se tenían que ir con otros, me propuse escribir, mientras pasaba unos días en un pueblo del Tolima, una letra que no reclama nada, sino que más bien redime la situación. Fue un ejercicio para contar lo que nunca había contado, y para sacar de adentro un par de emociones que siempre había mantenido calladas por miedo a dejarme descubrir. Y es que sí, cuando el corazón habla, nos desnuda por completo frente a la mirada de los demás, y nos hace sentir vulnerables, y a veces solo falta un toque de valentía para entender que esa vulnerabilidad hay que tenerla si se quiere vivir al límite.

Y es que dejarse descubrir, verse frágil ante los demás (porque el sentimentalismo lo confunden con fragilidad), es muy jodido, y cuando es así, prefieres guardarte tus sentimientos y seguir viviendo como si nada pasara, pero tarde o temprano, la vida cobra factura y lo que se guarda por mucho tiempo, acaba pudriéndose y dañando muchas cosas a su alrededor. Por eso es bueno siempre dejar al corazón ser sincero, y que exprese lo que le está haciendo mal.

Hoy no sé si alguien algún día me la grabe, lo más probable es que no, pero prefiero seguir soñando y esperando, además sigo escribiendo cada vez que el corazón lo quiere, que es cada vez menos. Lo único que sé, es que la fragilidad que sentí cuando la canté por primera vez frente a mis amigos en Barranquilla, me hizo descubrir que a veces es necesario estar quebrado para encontrar nuevos sentidos, y que de las situaciones difíciles de la vida, siempre se podrá sacar una buena canción. De eso se trata todo esto.

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