martes, abril 23, 2024
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Recordando a Guzmán Quintero Torres y las primaveras que le faltaron por vivir

 

20 años de ausencia y no te abrazó el olvido, sigues vivo en la inmortalidad del recuerdo Guzmán Quintero Torres. Jamás voy olvidar esa noche oscura y lluviosa, en el preámbulo de tu partida, nos hacíamos compañía en el Diario El Pilón. Mientras tú cerrabas páginas, Rosa Rosado y yo, terminábamos una revista que nos habían asignado del Festival Cuna de Acordeones, de Villanueva, Guajira. La idea era esperarte, para que en el mismo taxi, nos llevaras a nuestras casas y luego te fueras a la tuya; donde te esperaba tu esposa Alcira y tus dos muchachitos, Camilo de cinco años y Sebastián de año y medio.

Sin embargo, no sabemos en qué momento te escapaste de nosotras, nos dejaste y te fuiste a festejar con dos colegas el anticipo del cumpleaños de uno de tus pupilos, Oscar Martínez. Resignadas y riéndonos por tus travesuras, -no sin antes echarte un madrazo- nos fuimos resignadas a buscar un taxi como a tres cuadras, para media hora más tarde recibir la peor de las noticias, a través de una llamada, que pensé era un reclamo de Pat Jiménez, por una bolsa de limones de su propiedad, que tú, amigo de mi corazón, en medio de tus muchas travesuras guardaste en mi bolso. Al llegar a mi casa y sentir el peso de mi bolso, revisé y me encontré con los limones y le expresé a mi madre; “ay Dios mío son de Patrocinio Jiménez, los compró esta tarde y esta son la vainas de Guzmán, mete a uno en problemas con los demás. Mañana se los devuelvo”. Por eso, al anunciarme mi mamá la llamada de pat, pensé que era para preguntarme, y me adelanté.

_Pat, los limones me los traje, pero fue Guzmán, tú lo conoces_

Se hizo un silencio y me respondió con una voz apagada y llorosa.

_ Taryn mataron a Guzmán, vete para el Seguro, allá lo tienen_ y colgó, sin más explicaciones.

Quedé sentada en mi cama, no lograba entender, no quería entender y mucho menos aceptar que eso era verdad. Me hubiese gustado creer que era una broma pesada, pero una broma más. Atendiendo la recomendación, me dirigí al antiguo Seguro Social, y allí encontré al colega pablo Camargo, que le daba golpes a las paredes de la impotencia, seguí avanzando vi a Oscar y otros tres colegas más; entré a una salita y ahí estaba mi amigo bueno y generoso, ahí yacía inerte, con su camisa de cuadritos verde y el lacito verde de la paz pegado al bolsillo; junto a él, su esposa Alcira le besaba una mano, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, preguntándose, por qué.

Desde entonces, hasta ahora, han transcurrido veinte años. Veinte años de lucha y trasegar de una familia destrozada, apoyada por un grupo de periodistas, clamando justicia, y esperando esclarecer uno de los homicidios más dolorosos en la historia del Cesar.

Dos décadas de sufrimientos que se llevaron la alegría de unos padres, que desde ese ayer aciago, viven con la esperanza que el crimen de su hijo no quede enterrado en el baúl de la impunidad. Veinte calendarios, donde una viuda se esforzó para educar a ese par de niños, que nunca dejaron de extrañar a su padre, logrando cumplir la meta de entregar a la sociedad unos hombrecitos de bien.

Veinte años donde sus hermanos lucharon, corrieron, tocaron puertas y nunca se cansaron buscando que la investigación del crimen no prescribiera.

Veinte años, en los que Yuri Quintero Torres, el hermano mayor, dejó el alma en la búsqueda de esa verdad; preguntando, investigando, escribiendo libros, dando la batalla legal para que el mundo supiera por qué mataron al periodista. Hoy, que conmemoramos otra fecha de tu partida amigo, podemos decir que esa lucha no fue en vano y que a partir de este momento, comienza una nueva etapa en este sufrir, desde que te quitaron la oportunidad de contemplar muchos amaneceres al lado de los tuyos.

Hoy Guzmán del alma, cuando tu crimen fue declarado como de lesa humanidad -lo que permitirá que la investigación no prescriba- mi corazón te sigue extrañando, pero en honor a tu memoria y a esa amistad que nos unió, seguiré regalando flores amarillas, por todas las primaveras que te faltaron por vivir; para que el recuerdo de lo que fue tu vida, siga perenne en las nuevas generaciones de periodistas, exorcizando el olvido.

tarynescalona@gmail.com

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