jueves, abril 25, 2024
Opinión

La ley del cangrejo

Por: Enrique Antonio De Luque

Sentado en la casa de Rafael Morales, en Cartagena, para un mes de julio, en el barrio Manga, escuchaba los gritos del pregonero que avisaba la llegada de los cangrejos, me llamo la atención que los crustáceos eran ofertados y transportados en una carretilla sin ninguna protección; lo primero que dije fue:

-Me imagino el reguero de animales que van dejando estos vendedores
-Te equivocas, de ahí no se baja ninguno; entre ellos se van atenazando y arman tal nudo que no salen y todos terminan en las mesas de los cartageneros. No son nada inteligente, pareciese que no les gusta que nadie se salve, por eso es que caminan para atrás no avanzan. Aseveró Rafael.

¿A qué viene todo esto? Que, de alguna manera nosotros estamos entrando en esa cultura: la ley del cangrejo. Colombia es esa carretilla y no caminamos para adelante, sino para atrás. El por qué de esta afirmación, basta con ver el proceso electoral que se avecina, para detallar esta comparación.

Desde las presidenciales y congresistas, en ese nivel, cuando llega su época, se montan todos en esa carretilla y con improperios, diatribas, descalificamos la gestión de los mandatarios y legisladores; ahí, no se salva ninguno, las calificaciones son de rateros, corruptos, vende patrias, asesinos, paracos, ignorantes, para al final terminar otra vez todos en el capitolio, elegidos, lo cual quiere decir, que nosotros, así como a los comensales cartageneros les gustan los cangrejos, a nosotros nos gusta todo ese desorden electoral y la manera como se promocionan los aspirantes.
¿Qué decir entonces, de las gobernaciones, asambleas, alcaldía y concejos, que para la fecha están en plena actividad? No conozco aún el primer alcalde o gobernador que se salve de esos atropellos. Las ciudades y municipios, siguen ahí, caminando lento, por no decir que caminan como el cangrejo para atrás.

La invitación es ver las cosas de otra manera, es intentar reconocer lo poco o lo mucho que han hecho los mandatarios; a resaltar las cosas buenas, para poder exigirle al que sigue que supere al anterior. No como estamos haciendo ahora, que por egoísmo o para que no se baje de la carretilla, paramos los procesos de desarrollo, porque son ideas de mi antecesor. Hemos llegado al punto de desconocer obras que hoy son realidades, por no darles la razón; descalificamos muchas veces hasta el nombre que le colocan a un mega colegio, un hospital, un puente. El lema pareciere ser, no dejar hacer

Reitero, la invitación es a que nos bajemos de la carretilla en la que estamos convirtiendo a nuestro país, nuestras ciudades, nuestros pueblos. Deroguemos la ley del Cangrejo, aprobemos la ley del progreso, reconociendo lo bueno y rechazando lo malo, bajo el marco del respeto, de la lealtad, en donde todos aportemos y, de esta manera, mejorar la convivencia, para que ganemos todos; así, el mandatario de turno, dejaría de ser el protagonista principal de lo malo realizado por el antecesor, para convertirse el obrero primordial, visto como el generador de ideas, que propendan por el desarrollo de las comunidades

¿Es un sueño pensar así? No, porque creo en los sueños y en que es posible cambiar la manera de actuar. Es un problema de actitud y de sentido de partencia. Dentro de mi humilde opinión, dejo el debate abierto para todos aquellos que se quieran bajar de la carretilla, con una visión distinta, caminando hacia adelante, en donde se pueda debatir, sin ofender, sin temor a perder la vida y la cadena sea diseñada bajo los eslabones de la superación, realizando mejores gobiernos, con obras de infraestructura, generando estrategias que impacten positivamente en los índices de desempleos, mejorar la seguridad ciudadana, en fin, todo lo que genere bienestar colectivo y económico.

Un comentario en «La ley del cangrejo»

  • Totalmente de acuerdo!!…yo también sueño dejar un mejor país para mis hijos y nietos!!… será imposible???…solo depende da cada Colombiano cambiar su visión política, votar por el mejor y no por partidos y compromisos particulares.

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