El acordeón anunció un nuevo territorio, 58 años del nacimiento del Cesar

El 21 de diciembre de 1967 no fue un día cualquiera en Valledupar. Esa mañana, antes de que los periódicos confirmaran la noticia, fueron los acordeones, las tamboras y las parrandas improvisadas las que anunciaron que el Cesar ya era departamento y que Valledupar se convertía oficialmente en su capital. La decisión había sido aprobada meses atrás, el 21 de junio de ese mismo año, pero solo hasta finales de diciembre comenzaría a funcionar como entidad territorial. Para su gente, fue un regalo de Navidad que marcó para siempre la historia del Caribe colombiano.
Han pasado 58 años desde aquel acontecimiento que llenó de júbilo a un territorio que entonces apenas contaba con unas diez cuadras y cerca de 70.000 habitantes. Hoy, los 25 municipios que conforman el Cesar celebran una historia forjada entre luchas políticas, sueños colectivos y una identidad cultural que encontró en la música vallenata su mejor forma de expresión.

La creación del departamento fue el resultado de una larga batalla política liderada por dirigentes visionarios. El proyecto fue presentado ante el Congreso de la República por el entonces senador José Antonio Murgas, mientras que en la Cámara de Representantes la defensa de la iniciativa estuvo a cargo de Luis Eduardo Alavadel Nariño. La propuesta fue ganando respaldo hasta llegar a la Comisión Primera del Senado, en una sesión a la que asistió el entonces ministro de Justicia, Darío Echandía.

Aunque inicialmente el presidente Carlos Lleras Restrepo no estaba convencido de aprobar la creación del nuevo departamento, la influencia, el criterio político y la cercanía de Alfonso López Michelsen fueron determinantes para que cambiara de opinión. Finalmente, el 21 de junio de 1967, mediante la Ley 25, Lleras Restrepo dio vida jurídica al Cesar y ordenó la conformación de la primera junta organizadora del departamento.

TERRITORIO PROPIO
La creación previa de La Guajira como departamento fue el impulso definitivo para que los dirigentes de la entonces llamada Magdalena Grande buscaran un territorio propio. Uno de los principales promotores fue Clemente Quintero Araújo, quien convocó a un grupo de parlamentarios del bloque costeño para respaldar el proyecto, proponer a Valledupar como capital y aportar recursos financieros. Para muchos historiadores, aquel proceso tuvo la esencia de un cabildo abierto.
Aunque el entonces presidente Roberto Urdaneta solo había prometido que la iniciativa se daría “muy pronto”, los líderes regionales no esperaron. Se conformó un comité cívico integrado por reconocidas figuras de la época como José Guillermo Castro, Pedro Rodríguez, Efraín Lacera, Delio Ospino, Fernando Botero, Armando Maestre Pavajeau, Amador Ovalle, Jorge Morales y Alfredo Araújo, entre otros. También participaron representantes de distintos municipios y del sector algodonero, cuyos aportes económicos fueron clave para consolidar la propuesta.
FIESTA INOLVIDABLE
El historiador Elfo Rafael Jiménez Ochoa recordó en una entrevista que la noticia fue celebrada como pocas veces en la historia local. “Eso fue una fiesta, como un carnaval. Todo el mundo se echaba maicena, había parrandas, tamboras y acordeones. Se gritaba: ‘¡somos libres!’ Fue una de las celebraciones más grandes que ha vivido el departamento”, relató.

El nombramiento del Cesar como departamento significó el inicio de un periodo de transformaciones. Llegaron obras, instituciones y oportunidades para un territorio que ya era diverso. En aquellas calles convivían polacos, alemanes, húngaros, libaneses, venezolanos, rusos y españoles, atraídos por el comercio y la naciente economía regional. Personajes como Francisco Ovalle, recordado por su riqueza y visión, trajeron el primer piano a Valledupar y contribuyeron a la llegada de la electricidad.

HUELLAS QUE PERDURAN
El primer gobernador del Cesar fue Alfonso López Michelsen, una figura que dejó marcas profundas en la historia del departamento. Para el historiador Tomás Darío Gutiérrez, la plaza Alfonso López fue ese 21 de diciembre el epicentro de la esperanza. “Para muchos, la creación del Cesar significaba desarrollo, no solo para la región sino para Colombia”, afirmó.
Gutiérrez también destacó el papel de José Antonio Murgas Aponte, autor de la ley que hizo realidad la independencia cesarense. Tras la aprobación, fue cargado en hombros por la plaza de Bolívar en medio del júbilo popular. Aunque muchos pensaron que él sería el primer gobernador, el propio Murgas declinó el ofrecimiento que le hizo el presidente Lleras Restrepo en el Palacio San Carlos.
“Le dije que no, que la persona más idónea era Alfonso López Michelsen. Éramos enemigos, pero nos reconciliamos. La mayor obra fue la creación del Festival de la Leyenda Vallenata”, recordaría años después.
Hoy, a 58 años de su creación, el Cesar sigue siendo un territorio de contrastes y potencialidades. Su riqueza cultural, turística y económica lo proyecta como un departamento con vocación de futuro, mientras su gente continúa luchando día a día por un territorio en paz, próspero y en armonía.
El aniversario no solo invita a celebrar el pasado, sino a reflexionar sobre el camino recorrido y los desafíos que persisten. Como aquel diciembre de 1967, el Cesar sigue sonando a acordeón, pero también a esperanza, identidad y construcción colectiva de su propio destino.


