A esta edad alcanzamos el punto crítico de fragilidad, según la ciencia

Un ambicioso estudio basado en modelos matemáticos parece haber dado con la respuesta a una pregunta que hace décadas ocupa a los científicos: a qué edad comienza el cuerpo humano su fase de declive, en la ya no es posible recuperarse con facilidad de lesiones o enfermedades.
Para responder a la interrogante, un equipo de la Universidad de Dalhousie en Canadá, liderado por el físico experto en temas ambientales Glen Pridham, analizó detalladamente datos de 12.920 individuos, con edad promedio de 67 años, que participaron en el ‘Estudio de Salud y Jubilación de la Universidad de Michigan’ o en el ‘Estudio Longitudinal Inglés sobre el Envejecimiento’, en los que se monitoreó durante décadas la salud de esas personas.
En concreto, se centraron en el comportamiento de un indicador denominado ‘índice de fragilidad’, que considera unas 30 dimensiones. Estas incluyen, entre otros aspectos, el padecimiento de enfermedades crónicas o afecciones cardiovasculares, así como la dificultad para realizar ciertas tareas.
La interpretación es sencilla: mientras mayor es el valor del índice, se asume que la persona ha experimentado más problemas de salud y se ha recuperado de ellos con menor efectividad que en etapas anteriores de su vida.
Punto crítico
No obstante, Pridham y su equipo fueron más allá: a partir de los valores del índice, analizaron los cambios en la salud de los sujetos de estudio en dos áreas que estimaron claves: la presencia de enfermedades y lesiones y el tiempo que tardaron los participantes en recuperarse.
Los resultados revelaron que tanto los problemas de salud como el tiempo de recuperación se incrementan con la edad, pero con la salvedad de que se alcanza un punto crítico en el que la tasa de recuperación se hace inferior a la frecuencia con la que se presentan los problemas de salud. En general, esto ocurre entre los 73 y los 76 años, tanto en hombres como en mujeres.
«Más allá de este punto de inflexión, la pérdida continua de robustez y resiliencia conduce a un fuerte aumento del índice de fragilidad y a un incremento proporcional del riesgo de mortalidad», apuntaron los especialistas en su estudio, cuya preimpresión –que aún debe ser revisada por pares– está disponible en el repositorio arXiV.
Otros hallazgos
Del mismo modo, la investigación les permitió deducir que la robustez y la resiliencia del organismo son capaces de mitigar los factores estresantes ambientales solo hasta los 75 años, «después de los cuales los déficits de salud se acumularán cada vez más, conduciendo a la muerte».
Esto se compadece con lo que se ha encontrado en otros estudios de reciente data: el envejecimiento humano no sigue una trayectoria lineal. En lugar de eso, la evidencia apunta a que el cuerpo experimenta períodos de envejecimiento acelerado en momentos concretos.
Uno de esos estudios, que se centró en los cambios moleculares vinculados con el envejecimiento, determinó que el primero de estos cambios drásticos se produce alrededor de los 44 años y otro más ocurre en torno a los 60 años. Una segunda investigación sugiere que cerca de los 50 años hay otro punto de inflexión, tras el cual los órganos y tejidos envejecen más rápidamente que en las décadas precedentes.
Aunque el envejecimiento es inevitable, los científicos aspiran a que estos hallazgos permitan tomar medidas para mejorar la salud de las poblaciones geriátricas, particularmente en lo que corresponde a la eliminación de estresores para la salud, antes de los 75 años. Esto contrasta con el paradigma tradicional, enfocado en la prolongación del declive y en la gestión médica de los padecimientos. Con RT

