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Opinión

La Asertividad es mucho más que comunicación

 “De alguna manera, los individuos ventajosos y desconsiderados detectan a los mansos/dependientes, los desnudan en la relación cara a cara, los descubren en la m irada huidiza, en el tono de voz apagado, la postura tensa, los gestos conciliadores, los circunloquios, las disculpas y la amabilidad excesiva. Los ubican, los ponen en la m ira y atacan.”
Walter Riso

En múltiples ocasiones he escuchado a directivos y conferencistas expresar el término “acertividad”, con la intención de explicar, en el contexto de su elocución, que algo es acertado. Generalmente sonrío, no para burlarme por lo inadecuado de la acepción en el momento, sino por jactancia de tales personas en denotar una arrogancia académica. El adjetivo del verbo acertar es la palabra acertado/a y no “acertividad”; pero como asertividad se convirtió en una expresión de gran relevancia en la comunicación, muchos utilizan este vocablo aun cuando no comprenden su real dimensión.

Escuché la palabra asertividad por primera vez a inicio de década de los 90, cuando se puso de moda. Busqué la definición en un diccionario, y no la encontré. Me conformé entonces con utilizar el término con el primer concepto que aprendí: “Asertividad es decir algo de la mejor manera, sin herir al otro”. Y por casi una década estuve conforme, y hasta estaba convencido que la asertividad se limitaba a la comunicación.  Y lo más preocupante, me consideraba una persona asertiva, dado que en mi niñez y adolescencia fui un asertivo pasivo.

En 1998, con mi empresa familiar Capacitaciones & Eventos Ltda., se llevó a cabo el seminario taller La autoestima, base para una adecuada educación, desarrollado por mi gran amigo Carlos Gutiérrez Navas, conferencista especializado en temas de comunicación y crecimiento personal, en cuyo evento explicó que la asertividad tiene que ver con la autoestima. No obstante, seguí sin comprender su importancia hasta el 2002.

Pero claro, al igual que tantas personas creía saber que era la asertividad, pero realmente no la entendía, y peor aún, no la aplicaba, pues vivía con el paradigma de que se limitaba a “saber decir algo de la mejor manera sin ofender a otros”; y en esto sí que era un experto. En muchas ocasiones debí tragarme mi enojo y decir las cosas con la mayor dulzura; claro, siempre y cuando no traspasaran mi zona de privacidad y atentaran contra mi dignidad. Sólo entonces, dejaba fluir mi asertividad agresiva; eso sí, para defenderme, para hacerme respetar… ¿qué se creían los demás?, pues reaccionaba de manera beligerante ante quienes vapuleaban mi dignidad.

Afortunadamente, todo empezó a cambiar en el 2002, cuando en el marco del proyecto de Transformación Organizacional (TO), que se implementó en Comfamiliar de La Guajira, el cual lideraba, tuve que asumir el reto de crecimiento personal “Mejorando la asertividad”, surgido de la medición del nivel de desempeño que se aplicó a todos lo funcionario de la caja de compensación. En mi caso, las pruebas socioemocionales mostraban el resultado de baja seguridad y baja autovalía. El rapport arrojado por la herramienta digital (software Sellector, diseñado para realizar una evaluación 360 grado del desempeño ocupacional, elaborado por el psicólogo Hernán Darío Velázquez y consultor de la Estrategia Persona del proyecto TO) recomendaba leer los libros: El caballero de la armadura oxidada y Cuestión de dignidad.

Aplicado a esta tarea, asimilé que la asertividad no se limita a la comunicación y que ciertamente sirve para ganar autoestima. Comprendí lo que explicaba Walter Riso en su libro Cuestión de dignidad, donde escribe: “una persona sólo podrá mejorar la asertividad si primero toma conciencia de que su dignidad personal está siendo vapuleada y que por tanto necesita defender sus derechos. La asertividad es libertad emocional y de expresión, es una manera de descongestionar nuestro sistema de procesamiento y hacerlo más ágil y efectivo. Quienes practican una conducta asertiva son más seguras de sí misma, más tranquilas a la hora de amar y más transparentes y fluidas en la comunicación.”

En efecto, Walter Riso identifica dos tipos de asertividad: La asertividad en afecto, que hace referencia a la capacidad para expresar sentimientos positivos, a través de palabras, como decir “te quiero”, o del contacto físico, como dar un abrazo o una caricia; y la asertividad en oposición, referida a la capacidad de ejercer y defender nuestros derechos personales sin violar los ajenos, como por ejemplo: decir no, expresar desacuerdos, dar una opinión contraria o no dejarse manipular.

El concepto de la asertividad ha evolucionado gracias a las aportaciones de la psicología positiva. En la actualidad, según la RAE la asertividad es: “1.adj. afirmativo. 2. adj. Psicol. Dicho de una persona: Que expresa su opinión de manera firme y con seguridad, respetando las ideas de los demás.” Pero de manera más estructurada, la asertividad se define como la habilidad que permite a las personas expresar de la manera adecuada sus emociones frente a otra persona sin hostilidad ni agresividad. En consecuencia, la asertividad se ha convertido en una competencia esencial en el campo organizacional, toda vez que las personas que poseen esta cualidad expresan de manera directa y adecuada sus opiniones y sentimientos, tanto positivos como negativos. Y en el hogar, célula básica de la sociedad, coadyuva a lograr la superación familiar aplicando la ley de la comunicación profunda que aunada a la ley del amor incondicional como a las leyes de la ejemplaridad, las normas de diciplina y del desarrollo espiritual, posibilidad construir familias más sinérgicas y felices.

En virtud a lo anterior, he ido mejorando mi asertividad. En el escrito de Julio Jarpa titulado La asertividad: un desafío personal, esboza que “un asertivo o asertiva es el individuo que al comunicarse usa de esta cualidad para interrelacionarse con otras personas, en una conducta basada en el respeto hacia sí mismo, como hacia los demás. Esto implica comprometerse con los derechos de todos y todas, ser capaz de dialogar en la diferencia y tener la intención de llegar a acuerdos.” Además, comparte los siguientes rasgos que nos permiten reconocer a las personas que cuentan con esta cualidad:

  1. Una persona asertiva, siempre disfruta relacionarse con los otros, desechando la sensación de amenaza al momento de comunicarse con los demás.
  2. Poseen una autoestima adecuada a su persona.
  3. Se comunican, siempre en primera persona, entregando su opinión en forma responsable e individual. (Yo digo, pienso o creo…No usa el me contaron que…)
  4. Son personas que emiten críticas responsables y también las aceptan, ambas desde el respeto mutuo.
  5. Dicen No, cuando deben decir no y por sobre todo saben cómo decir No.
  6. Son capaces de expresar, sin temor, lo que sienten en el momento, independiente si es negativo o positivo lo que deben decir.
  7. Utilizan la comunicación verbal y no verbal adecuadamente, sin ser agresivos, pero siendo firmes.
  8. No usan muletillas o modismos, que impidan una fluidez en lo que dicen, usando, además, un tono adecuado para expresarse.
  9. Tienen un gran respeto por toda persona, independiente de su condición social, religión, principios políticos, raza, etc., exigiendo el mismo trato consigo mismo.
  10. Una de las características más destacadas de los asertivos es que siempre está dispuesto al diálogo y al encontrar puntos de acuerdo con los otros.
  11. Y, por último, los asertivos expresan sus opiniones sin miedos y con total libertad basada en el respeto mutuo.

Lograr estas características fue producto de crecimiento progreso. Yo, al igual que el caballero de la armadura oxidada, había perdido la verdadera perspectiva de la vida y creía que lo esencial para relacionarnos con otros era ser buena gente y generoso, y dedicar nuestra vida al servicio. Para sanar, debemos liberarnos de las barreras que nos impiden conocernos y amarnos a nosotros mismos para poder ser capaces de dar y recibir amor en abundancia. Esto nos permite recupera nuestra autoestima y seguridad en sí mismo. Yo también realicé esa liberación, como lo hizo el caballero de la armadura oxidada, quien enfrenta tres castillos en su camino hacia la verdad: el Castillo del Silencio, el Castillo del Conocimiento y el Castillo de la Voluntad y la Osadía. Cada uno representa un desafío interno que debe superar para liberarse de su armadura.

Con mi reto de crecimiento personal pude avanzar y hoy, a Dios gracias, me identifico con la descripción que María Berentzen nos comparte en su escrito Personas seguras de sí mismas: 9 características que las definen:

  1. Confían en sus instintos.
  2. Ven las dificultades como desafíos.
  3. Están concentradas y toman riesgos razonables.
  4. No tienen miedo de cometer errores.
  5. Se aceptan a sí mismas.
  6. Pueden sentir empatía por los demás.
  7. Se cuidan.
  8. Abordan las cosas directamente.
  9. Están felices consigo mismas.

Si, la asertividad es muy importante en la comunicación con los demás, pero ante todo es una afirmación de la propia valía que nos evita se materialice lo expuesto en el epígrafe. Es esencial comprender que el valor de la dignidad es el valor intrínseco e inalienable de cada ser humano por el simple hecho de existir, independiente de sus características, condiciones o circunstancias. Y lo resalto con negrita porque se traduce en el derecho a ser valorado como individuo, a ser tratado con respeto y a tener igualdad de oportunidades. La dignidad es el fundamento de los derechos humanos, la libertad y la justicia, estima conferida por el mismo Estado, tal como lo expresa el filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra insigne Leviatán, o La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil quien afirma: “La estimación pública de un hombre, que es el valor conferido a él por el Estado, es lo que los hombres comúnmente denominan DIGNIDAD.” Por ello, jamás debemos rescindir de nuestros derechos por miedo, nuestra dignidad es superior a cualquier amenaza que pueda intentar ejercer una persona, aun cuando ostente una posición más elevada.

No se aprende a ser asertivo mediante técnicas de comunicación planteadas como recetas para lograr la comunicación efectiva; se aprende a ser asertivo mejorando la autoestima y siendo una persona segura de sí misma. La asertividad, como toda competencia, es un arte que debe fortalecerse con la práctica. Es menester considerar lo que precisa al respecto Walter Riso: “Muchas de las personas que intentan pasar de la sumisión a la asertividad se exceden de revoluciones y caen en la agresividad. No obstante, el mecanismo pendular sumisión/agresión va acomodándose hasta encontrar un equilibrio funcional y saludable.” Yo soy una prueba fehaciente de que este es el camino.

Es indudable que muchos de los conflictos actuales se pueden solucionar de manera sencilla, con la voluntad de la gente. Po tanto, en la medida que más personas seamos asertivas, estaremos contribuyendo con la construcción de un mundo mejor.

Por: Carlos Rafael Melo Freyle

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