Opinión

El canto inmortal de Santander Durán Escalona

Por: Yarime Lobo Baute

En estas tierras donde las ausencias secan los ojos e inspiran mil versos macondianos se alza como un himno del alma, Santander Durán Escalona, un trovador con espiritu de sembrador quien ha hecho de la palabra semillas que hila como un tejedor, con la magia de sus versos, creando un tapiz que trasciende el tiempo.

Hoy, Cartagena, cuna de poetas y soñadores, se engalana para rendirle homenaje con el Libro de Oro de la Literatura Colombiana, un reconocimiento que no solo celebra su legado, sino que marca un hito en América Latina: por primera vez, un compositor es elevado al panteón literario por la profundidad y belleza de sus canciones. Y no es para menos, pues en cada verso de Durán Escalona late el corazón de un pueblo.

El Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena, con su mirada siempre atenta a las voces que narran nuestra esencia, ha sabido ver en Santander mucho más que un juglar vallenato. Sus canciones, cargadas de lírica y narrativa, son verdaderas crónicas de amor, rebeldía y memoria. Desde Añoranzas del Cesar, que encendió el orgullo de una región entera, hasta Lamento Arhuaco, donde clama por la justicia de los despojados, su obra es un espejo donde se refleja la Colombia profunda, esa que canta sus dolores y sus sueños con la misma pasión.

Recibir el Libro de Oro no es solo un honor para Santander, sino una reafirmación de que la literatura no se limita a las páginas de un libro. Sus versos, que cabalgan entre la guitarra y el acordeón, han pintado paisajes, amores imposibles y luchas sociales con una maestría que dialoga con los grandes de la palabra escrita. Como él mismo lo ha dicho, inspirado por su colega Adolfo Pacheco, los compositores tienen el don de “pintar con la palabra cantada”, llegando al alma de multitudes con una inmediatez que pocos logran.

Santander, heredero de una estirpe de narradores orales —de los Escalona y los Durán—, lleva en su sangre el realismo mágico que también habitó en su pariente Rafael Escalona y en el nobel Gabriel García Márquez. Sus canciones no solo cuentan historias; las hacen eternas. ¿Quién no ha sentido el peso de la nostalgia en Palabras al viento o el latir de la resistencia en La canción del valor? Su pluma, rebelde y romántica, ha sabido conjugar la poesía clásica con el pulso del Caribe, creando una lírica única que hoy el Parlamento Latinoamericano abraza como parte de su membresía.

En esta ceremonia solemne, donde las letras y la música se funden, celebramos a un hombre que, a sus 81 años, sigue siendo un faro de inspiración. Su vida, dedicada no solo al vallenato, sino también a la pedagogía, la agronomía y la defensa del medio ambiente, nos recuerda que el arte verdadero es un compromiso con la humanidad.

Desde Valledupar hasta Cartagena, su voz resuena como un canto inmortal, un legado que no solo pertenece al Cesar, sino a toda América Latina.

Gracias, maestro y amigo Santander, por enseñarnos que las palabras, cuando se cantan con el alma, pueden cambiar el mundo. Que este Libro de Oro sea solo un reflejo del brillo que su obra ha regalado a Colombia y al continente.

Hoy, el Caribe entero se pone de pie para aplaudirlo, y yo, con humildad, me uno a este coro de gratitud.

Yarime Lobo Baute
Artista/Arquitecta/Escritora
Mujer Cafam César 2022

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