Exmilitar admite ante la JEP su rol en el asesinato y tortura de líderes arhuacos
En el marco del Caso 09 de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que investiga crímenes no amnistiables cometidos contra pueblos y territorios étnicos durante el conflicto armado colombiano, la Sala de Reconocimiento de Verdad escuchó este lunes la versión voluntaria del coronel en retiro Luis Fernando Urrego Ávila, exintegrante de la fuerza pública, vinculado a la retención, tortura y desaparición forzada de líderes indígenas del Pueblo Arhuaco.
Urrego, quien en 1990 se desempeñaba como mayor de la Brigada Móvil No. 1 del Ejército Nacional, admitió haber sido testigo del secuestro y asesinato de tres Mamos, autoridades espirituales del pueblo Arhuaco, así como de la tortura de dos miembros más de esta comunidad ancestral.
La audiencia estuvo dirigida por la magistrada Caterina Heyck Puyana, del Tribunal para la Paz, en calidad de apoyo a la Sala de Reconocimiento. Estos hechos, calificados como emblemáticos, fueron documentados en el Informe Final de la Comisión de la Verdad, lo que llevó a su priorización en la investigación del Caso 09.
Según su testimonio, el entonces mayor Urrego operaba de manera encubierta en el departamento del Cesar, por órdenes del general Hugo Tovar Sánchez, comandante de su unidad, a quien le reportaba directamente. Durante su misión de inteligencia, dijo haber permanecido en la Hacienda Bethania, propiedad de Luis Alberto Restrepo, y acompañado frecuentemente por John Ramírez, jefe de seguridad del empresario Alfonso Macías.
Urrego relató que fue testigo directo del asesinato de uno de los Mamos, perpetrado por Ramírez, quien lo bajó del vehículo y le disparó a sangre fría. También aseguró que un segundo vehículo, que los seguía, transportaba a los otros dos Mamos, cuyos cuerpos fueron abandonados en las inmediaciones de Bosconia, Cesar.
Además, el coronel (r) relató que se hospedó junto a Ramírez en un apartamento en Valledupar, propiedad de un señor Carlos Mattos, desde donde partieron en ocasiones hacia el Batallón La Popa. En ese lugar, Urrego fue testigo de torturas contra un indígena arhuaco, cometidas por el comandante Luis Fernando Duque Izquierdo, quien lo agredía físicamente mientras le exigía información sobre el secuestro de José Eduardo Mattos Liñán, en poder de las extintas Farc-EP.
Visiblemente conmovido, el coronel retirado pidió perdón al Pueblo Arhuaco, reconociendo su responsabilidad por omisión en los crímenes cometidos y afirmando que estos hechos marcaron su vida personal y profesional. “Esto cambió mi vida, mi hogar y mi carrera”, afirmó entre lágrimas.
Urrego aseguró haber informado en su momento al general Tovar Sánchez sobre lo que presenció, pero según dijo, recibió la orden de callar.
Este testimonio representa un avance en el esclarecimiento de crímenes atroces contra pueblos indígenas en el contexto del conflicto armado, y permite seguir reconstruyendo la verdad sobre violaciones sistemáticas de derechos humanos que por décadas han afectado a las comunidades étnicas de Colombia.