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“Un milagro llamado Josué: la historia de fe, amor y superación de una mujer guajira”

Nací el 14 de noviembre de 1993 en Riohacha, La Guajira. Desde pequeña he sido una mujer soñadora, emprendedora y decidida a salir adelante, incluso cuando la vida ha puesto obstáculos en el camino. Hoy, luego de muchas pruebas, puedo decir que he vivido verdaderos milagros que transformaron mi vida para siempre.

Hace ocho años comencé una de las etapas más importantes de mi vida al ingresar a la Policía Nacional, gracias a una beca otorgada por la embajada americana. Esta institución no solo formó mi carácter y mi vocación de servicio, sino que también me regaló el amor de mi vida: José Palacios, mi esposo y compañero incondicional desde hace ocho años y medio.

Nuestra historia no ha sido sencilla. Durante siete años y medio trabajamos en departamentos diferentes: él en el Magdalena y yo en La Guajira. Aunque luchamos incansablemente por estar juntos, cada intento parecía fallido. Finalmente, logré un traslado que nos acercaba, pero justo en ese momento surgió una oportunidad laboral en mi área de formación como comunicadora social. Me vi en la encrucijada de elegir entre el amor y el crecimiento profesional. Oré mucho, pedí dirección a Dios y decidí quedarme en La Guajira, confiando en que todo llegaría a su debido tiempo.

Fue entonces cuando ocurrió el milagro que cambió mi vida: comencé a sentirme diferente. Mi cuerpo me hablaba, y su mensaje era claro… ¡una nueva vida crecía dentro de mí! Después de casi tres años orando con fe por ser madre, por fin ese anhelo se hacía realidad. Aunque muchas veces sentí que mis súplicas eran en vano, jamás perdí la esperanza. Siempre creí que el tiempo de Dios es perfecto, aunque el mío se sintiera vacío.

Con cada mes, mi barriga crecía, al igual que la ilusión. Pero el diagnóstico de un embarazo de alto riesgo, debido a una placenta previa, llenó mi corazón de temor. Me indicaron reposo absoluto y tuve que abandonar el empleo que recién había conseguido. Aunque me prometieron que me esperarían, al regresar de mi licencia, encontré que ya habían reemplazado mi puesto. Me sentí derrotada, sin trabajo, lejos de mi esposo y ahora con un bebé en brazos. Parecía el final… pero fue solo el principio.

Dios tenía un plan mejor. Un día, mientras hablábamos en casa, mi esposo recibió una llamada de su hermano —también policía— informando que había convocatorias abiertas en la Metropolitana de Valledupar. José se postuló sin muchas expectativas, pero fue aceptado. Fue el primer milagro. Llenos de esperanza, yo también realicé mi solicitud de traslado por caso especial, y tras tres meses de espera, me llamaron. ¡Por fin estábamos juntos!

Como si fuera poco, logré ingresar a trabajar en la Oficina de Comunicación Estratégica. El sueño por el que tanto había orado se hizo realidad. A veces le decía a mi esposo: “Pellízcame, porque esto parece un sueño”.

El 11 de octubre de 2023 nació nuestro hijo, Josué David Palacios Peñaranda. Su primer llanto llenó de emoción cada rincón de mi alma. Desde ese día, mi vida cambió por completo. Ser madre trabajadora no es fácil: implica sacrificios, como dejar a tu hijo al cuidado de alguien que apenas conoces, llegar del trabajo y encontrarlo dormido… duele, pero cada momento que tenemos libre lo dedicamos a disfrutarlo, abrazarlo y hacerle sentir cuánto lo amamos.

Josué es mi motor y mi mayor inspiración. Hoy, mis metas son más firmes que nunca. Mi proyecto a futuro es terminar mi carrera en Comunicación Social, especializarme, y aprobar el concurso para Subintendente este año. Quiero darle a mi hijo la mejor calidad de vida posible y enseñarle, con mi ejemplo, que los sueños sí se cumplen, incluso cuando el camino es cuesta arriba.

Hoy, Danis Doraida se siente completa: mujer, madre, esposa, policía y, sobre todo, hija de un Dios que nunca llega tarde, que transforma cada lágrima en bendición y que cumple sus promesas cuando menos lo esperas.

Por: Danis Doraida


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