PERISCOPIO: Después de un Final hay un nuevo Comienzo
Por: Luz Marina Gnecco Plá
Querido 2021:
Te escribo antes de que llegues, para que sepas lo que vas a encontrar y a lo que te vas a enfrentar, cuestión que esto no te agarre desprevenido. No se trata de algo normal que te hayan podido contar tus hermanos mayores, a excepción de unos pocos de ellos.
Desde cualquier latitud y rincón del planeta te esperamos con más esperanza que a cualquier otro año de los que muchos tengamos memoria. Con esa misma esperanza te recibiremos, ansiosos de que seas diferente a tu antecesor y que reivindiques a todos tus pares.
Te pedimos por favor, de rodillas si es necesario, que no intentes emular a quien te precede. Si bien fue un año que a muchos nos dejó muchas enseñanzas y que no olvidaremos, también fue muy cruel, ocasionando mucha tristeza y dolor a miles de familias alrededor del mundo. Solamente te pedimos que seas diferente, sanador, positivo y proactivo, por eso te esperamos con mucho optimismo y confianza. Confiamos en ti sin conocerte, a eso le llaman fe, así que por favor no nos defraudes.
Para ponerte en contexto, pues naces al morir él, te cuento que fue un año de mucha incertidumbre, de mucha zozobra y preocupación, donde la tristeza se adueñó de nuestras almas, pues perdimos muchas vidas de personas inocentes, como ocurre en las brutales guerras, sin tener la certeza aún si se trataba de una más, pero de otro nivel, muy diferente a las que conocemos por libros y relatos.
Dolía conocer a diario sobre muertes alrededor del mundo en condiciones que jamás hubiésemos imaginado, en soledad, alejados de los familiares más allegados, y a veces, sin la entrega de los cuerpos para ser sepultados, sino de cenizas que el miedo arbitrariamente cremaba sin consultar. Y así pasaron la mayoría de los días, con cifras de fallecidos y contagiados que crecían incesantemente.
También perdimos muchos derechos naturales, entre ellos la tan poco valorada pero valiosa e inigualable libertad, y con ella, nuestra cotidianeidad y todo aquello que siempre dimos por sentado, porque el ser humano se cree merecedor de todo y cree que todo debe ser gratis.
El panorama que encuentras no es muy alentador y tendrás que trabajar muy fuerte desde el primer día. Encontrarás miles de personas internadas en un centro hospitalario o en un ancianato solas, sin poder recibir visitas de sus familiares por meses, negocios quebrados, familias sin sustento, incremento de la pobreza y un personal médico y asistencial que muchas veces ha sido vapuleado y ultrajado. A muchos los encontrarás tristes, invadidos por la zozobra, la incertidumbre, la desazón y la impotencia.
Pero para no atribularte tanto, también quiero que conozcas de antemano algunas de las enseñanzas que dejó tu hermano mayor, porque fueron grandes, y debemos acostumbrarnos a resaltar lo positivo de cada evento, por muy calamitoso que fuere. Fue un año de reflexión para muchos, no puedo decir para todos, porque aún encontrarás por tus días a los incrédulos que se dedican a multiplicar con su irresponsabilidad la difusión de ese microorganismo que no quiero mencionar, por eso, pese a todo lo que ocurre, siguen saliendo a la calle y se reúnen sin necesidad, no cumplen con los protocolos de bioseguridad, celebran eventos masivos o pequeños como si nada estuviese pasando. A ellos también y a sus seres queridos, por favor protégelos, porque lo van a necesitar más que quienes cumplen con los mandatos de las autoridades.
Permíteme decirte que tu hermano, además de letal fue atípico, novedoso y casi apocalíptico. Lo que nos obligó a cambiar nuestros hábitos y costumbres milenarias casi de manera abrupta. Pero también nos permitió descubrirnos a nosotros mismos y ante esto, el instinto de supervivencia debía aflorar como efectivamente lo hizo, obligándonos a ser más reflexivos y a desarrollar con una inmediatez única nuestra capacidad de adaptación y de creatividad.
Fue así como pasamos de ir a una oficina a trabajar desde un computador o de un teléfono celular, con plataformas masivas donde pueden ingresar muchas más personas que en una sala de juntas tradicional. Pero también estos elementos han sido el medio para despedir viejas tradiciones y acoger nuevas formas de hacer lo que antes creíamos sería invariable: a dar pésames, a participar de ritos religiosos, a despedir a familiares y amigos en su última morada, a participar y felicitar por grados, matrimonios, bautizos y cumpleaños o aniversarios y hasta simples saludos.
Poco a poco fuimos entendiendo que lo que inicialmente eran simples cifras, ahora esas cifras reflejaban los rostros, almas y sonrisas de nuestros conocidos y seres queridos.
Tu hermano nos arrebató sin siquiera preguntarnos, los abrazos y los besos, las palabras que nunca se dijeron, los momentos que nunca se vivieron, los planes; y la distancia se convirtió desde entonces, en la única forma de sentirnos más cerca. Despertó la ya dormida empatía, aprendimos a ser más amigables y generosos con nuestros congéneres y a valorar a la familia por encima de todo.
Valor creo que es el término que más se identifica con lo que nos deja tu hermano. Ahora valoramos más todo y a todos. Si antes no había empatía por los trabajadores de la salud, ahora los aplaudimos de pie. Si antes no valorábamos a quienes nos prestaban servicios o nos vendían productos, ahora reconócenos su importancia. Si antes dábamos todo por sentado, ahora sabemos que no podemos hacerlo, porque nadie es merecedor de nada y porque por fin entendimos que el mundo no gira alrededor nuestro ni del dinero, el que antes muchos creían que todo lo podía comprar.
En circunstancias cómo esta, la humanidad aprendió que todos somos iguales, iguales ante la ley, igual de vulnerables e igual de susceptibles, que todos sentimos igual el miedo, el amor, la paz y que sin salud nada es posible y con salud solo basta esforzarte.
Tu hermano se lució, desde hacía mucho tiempo un hermano tuyo no se portaba así de mal, pero dentro de lo malo nos dejó grandes aprendizajes, nos demostró que lo superfluo no es más que banalidad y que lo que importa es el ser, que no debemos quejarnos tanto y a no dar nada por sentado, nos dispuso para valorar y para disfrutar las cosas que antes creíamos normales.
Sabemos que contigo viene la solución a este mal. Te pedimos que la inmunización sea efectiva, eficaz y suficiente para todos, que no deje efectos secundarios y que no se lleve consigo a nadie más.
Te pedimos actúes con sabiduría. La vas a necesitar. Te adelanto que te espera una reactivación económica, social y ambiental, y que todos, sin excepción, tenemos toda nuestra fe, esperanza y amor puestos en ti.
¡Pórtate bien por favor!
Tú eres el nuevo comienzo que todos esperamos y las expectativas en ti son muy altas.
Que seas tú el principio de ese gran futuro que una vez auguramos y que aún no hemos visto.

