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Actualidad

Vicky Dávila: «A mí también me pasó; un violador de menores no merece ni siquiera seguir viviendo»

La periodista Vicky Dávila reveló que cuando tenía 5 años de edad fue violada por un tío y tras narrar la forma como se produjo el hecho advirtió que un ataque sexual jamás se olvida: No pide «cadena perpetua» como lo hace buena parte del país. Fue más allá: «…un violador de menores no merece ni siquiera seguir viviendo», notificó.

La revelación la hizo en una columna que escribió para la revista Semana bajo el título «A mí también me paso», la cual transcribimos a continuación:

«Me veo de 5 o 6 años. Estoy en un cuarto de la casa de mi abuela paterna, en un barrio muy popular de Cali. A mi lado, un hermano de mi papá, que para esa época era un adulto. Yo estaba parada; él, en cuclillas –aun así era más alto que yo–. Mi cuerpo pequeño estaba inmóvil: recuerdo claramente que mi corazón latía desbocado de terror, mis ojos no eran capaces de mirarlo de frente, estaban clavados en la puerta. No podía gritar, ni llorar, ni salir corriendo; estaba dominada.

Mi instinto de supervivencia esperaba que alguien llegara a salvarme. Sentía su piel sudorosa y su aliento nauseabundo, mientras su mano se deslizaba por debajo de mi vestido, entraba en mis pantaloncitos y me tocaba en donde mi mamá me había enseñado que nadie me podía tocar. Estoy segura de que sintió que mis piernas temblaban sin parar; no le importó. No sé cuánto tiempo duró ese horror, pero hoy, 40 años después, me parece oír la respiración agitada del tío. Qué asco me produce ese recuerdo y, a la vez, qué dolor.

Siento rabia de no haberme podido defender. No sé si alguien llegó casualmente y tuvo que dejarme salir; eso lo tengo borroso en la memoria, no lo alcanzo a recordar. No sé si el depravado me iba a hacer algo más, lo cierto es que me hizo mucho daño. Aunque no entendía en ese momento lo que me ocurrió, sabía en mi imaginario infantil que ese tío era malo. Mucho tiempo después supe que lo que hizo conmigo ese hombre que llevaba mi sangre tiene nombre, es un delito: él abusó sexualmente de mí. Todavía me siento extraña reconociéndolo, y por primera vez soy capaz de contarlo públicamente. Antes solo guardé silencio. El tío nunca respondió por lo que me hizo, quién sabe si atacó a otros niños o niñas. Me hubiera encantado tener la edad, la madurez y el valor para contárselo a mi papá, quien se murió sin saberlo; o a mi mamá, para que lo hubiera denunciado ante la justicia. Aunque está vivo, para mí está muerto –eso lo logré tras décadas de lucha interna–. Ojalá lea esto, porque nunca me pidió perdón. Nunca se arrepintió. Por fortuna, no recuerdo haberle dicho tío desde lo sucedido; siempre evité tenerlo cerca. Un ataque sexual jamás se olvida.

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