jueves, marzo 28, 2024
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El Testamento de Silvestre se escribió en Urumita

Al parecer fue una vidente, de esas que andan por ahí, anticipándose a los designios de Dios, buscando pretextos para despedir a los famosos quieran o no. Sí fue ella, la que predijo que Silvestre Dangond partiría joven. A él le llegó el chisme  y ese  embeleco lo puso a pensar. Imaginen, a quién, no. Un  joven en la cúspide de su fama, con un lindo hogar, unos hijos  bellos y talentosos,  mucho futuro por delante y tantas cosas por hacer.

Entonces, pese a que no lo demostró, -quizás a los más íntimos, como su Carlos Bloom del alma- esa vaina  empezó a inquietarlo en un inicio. Es cuando se da el viaje al futuro en milésimas de segundos, al sí yo supiera, y sí ocurre, y mis hijos, y mi gente y mi pueblo, mis viejos, mi mujer y mis muchachos del conjunto; porque no es pendejada, pero nosotros, o el costeño por lo menos, en lo último que piensa es en su partida. Si llegó, llegó, y nunca  se estuvo preparado.

Como nadie sabe cuándo cómo y dónde;  él decidió anticiparse al mañana en un testamento musical, que lo  conmovió hasta las lágrimas. Luego en un sentido video Silvestre Dangond plasmó todo lo que proyectó en el preámbulo de su inspiración, planeando qué haría, si supiera que se va a morir mañana; para que el día que Dios decida,  partiría feliz, sin que le falte un anhelo por cumplir. Por eso el joven provinciano, se fue para su pueblo Urumita, se desconectó del mundo y como Rafa Manjarrez,  junto a sus amigos, ‘volvimos  a ser niños no más por un ratico’. Silvestre, destapó su esencia y la echó a volar de una manera tan fresca, tan natural, con sus hijos, su mujer, sus padres, sus abuelos y esos amigos que lo apoyaron en las malas y en las buenas; abarcando todo, llenándolo todo, que solo dejó espacio para nacer de nuevo.

El muchacho despojado de toda investidura, armó  su bochinche. Dicen que en esos días, en ese pedazo del sur de La Guajira, el tiempo se detuvo; la caseta Hamaca Grande cobró vida, los compañeros del colegio regresaron, los abuelos recordaron el ayer, las tías cocinaron como en los viejos tiempos; María Atencio, ‘La Morisquetera del Pueblo’, subió loma para encontrarlo. Fue un período de perdón, reconciliación con la vida, añoranzas, verdades, y satisfacciones del alma.

Y desde las ventanas de sus recuerdos, que se abrieron para darle paso al niño de pueblo, que paseaba por las calles polvorientas de su Urumita querida; ese que se copiaba en las previas, el Silvestre tremendo que consentían sus abuelos, el que se asomaba a las  fiestas, el que soñaba con la fama y la inmortalidad, el hijo de Dellys  y ‘El Palomo’, el amigo de siempre; desde ese ayer de escases, alegrías, y tristezas; cantó su propia historia, recordando que había nacido un 12 de mayo de 1980, y abrazó el presente pidiendo tiempo para criar a sus muchachitos, tal vez para que nadie olvide que la misericordia de Dios nos lleva y nos trae de regreso;  como decía el inmortal Diomedes: “Por eso es que la vida es un baile que con el tiempo damos la vuelta”.

Por @Tarynescalona

tarynescalona@gmail.com

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