martes, abril 23, 2024
DestacadoHistorias

Wicho Sánchez, siempre cañaguatero

El barrio Cañaguate de Valledupar, conoce tanto a Wicho Sánchez, parecen haber crecido juntos en sus patios conversadores. Ahí vive desde que nació el 7 de agosto de 1935. Conoce a sus vecinos por sus voces, sus quejas, sus risas y sus penas que siempre comparten.

En las mañanas toma café y saluda en cualquier casa, en todas se siente de la familia y ellos lo sienten igual, no puede ser diferente en un sector donde las calles se volvieron angostas para que los vecinos estuvieran más cerca o se alargan de pronto cuando las parrandas lo ameritan o los velorios aparecen y toca despedir a los amigos con su carga de recuerdos al cementerio Central que les pertenece desde siempre.

La música le llegó sin darse cuenta, aprendió a sentirla y cantarla de manera natural, poniendo en cada estrofa la picardía y la jocosidad que le son sui géneris. Pero igual su carga de sentimientos según circunstancias.

 

Su mamá quiso ponerle el nombre de Wilson Rafael, pero el cura al bautizarlo, dispuso llamarlo Rafael Enrique, así tiene dos nombres, Wicho para los vallenatos y el otro para la cédula.

Creció escuchando a Moralito, Chico Bolaños y Chiche Guerra, de éste dice que era el más aventajado.

Con las notas de los juglares en la mente, salió con unos muchachos a coger café en la sierra de Azúcarbuena, era noviembre de 1950. En medio del cafetal, hizo su primer canto a una muchacha de piernas claras, cara perfecta, de senos inspiradores, llevaba la cara tapada para protegerse del sol serrano y posiblemente esconderse de los recolectores. Separando granos rojos de los verdes llegó la melodía casi en silencio.

…Vi pasá una mariposa
Una mariposa rara
Yo le miré muchas cosas
Pero no le vi la cara
Mariposita de mi vida
Mira en que tristeza quedo
Regresa mariposita
Para mirarte de nuevo.

La mariposa regresó más tarde, con cara destapada y nombre de pila, Marina López y entre el frío de la sierra y los cafetos nacieron sus primeros amores.

Cuando el corazón entrega sus primeros versos, el alma sale de vacaciones por un tiempo dejando que él resuelva sus iniciales coqueteos, dice la filosofía india que el alma abandona el cuerpo y solo regresa cuando ciertos peligros se acercan, entonces el cantor se acercó a los cantos de Escalona.

Abraza sus propias canciones y junto a Ovidio Granados, Cirilo Castilla, y Miguel Yanet crea Los Playoneros del Cesar, de cuyos cantos y recuerdos se nutre la historia musical vallenata.

Sánchez, como le dicen otros amigos, siempre vive esperando diciembre, ese mes es para ‘parrandiá, sancochá y bebé dice con el acento nasal que los años dejan.

El primero comenzaba la celebración a la vuelta de la casa en el cumpleaños de Chave Puche; en 1965 diciembre se extendió de tal manera que llegó febrero sin anunciarse, y se topó en el Salón Central con sus amigos de barrio, Ilvio, Rey Cartagena, El Pirry Nieves y su combo.

Furor carnavalero, capuchones en su ambiente, mujeres haciendo y deshaciendo en sus mejores términos, una de ellas lo sacó a bailar toda la noche, tomaron cervezas a tutiplén sin verse las caras, los cánones festivos lo permitían, ella lucía un disfraz azul satín con blanco y careta roja escarlata, faltando unos pocos discos para terminar la fiesta le dijo — traéte dos cervezas pa’ el final— salió a buscarlas y al regresar no encontró a su dama en el puesto indicado, la buscó entre la multitud, atisbó sus colores azul blanco y rojo en la masa de bailadoras en retiro, olió a varias parejas suspirando su aroma y nada; desesperado salió a la calle y ninguna era ella, entró al baño de damas y solo respiró aromas parecidos. Ya resignado, se sentó en la puerta, El Central había apagado su función, intentó entonces, tomarse las dos cervezas en solitario. Oyó a lo lejos ronquidos de clarinete a cuadras del lugar y salió para allá sin prevenciones, era la orquesta del viejo Juancho Piña ensayando una serenata al Pibe Felizzola, pero los músicos estaban empapados de ron hasta las abarcas, se acercó y el director le dijo – Míralos, están listos, la banda está borracha-. Y claro, cada instrumento tocaba un disco diferente.

Tomándose el último sorbo de cerveza partió a su barrio, a la mañana con un baño en el Guatapurí, recordó la noche anterior, cantó la melodía mientras enjabonaba el guayabo… Caminando por la calle del Cesar, de arriba abajo, de abajo arriba y al poco rato que ya me sentía borracho no pude encontrar lo que yo andaba buscando….. lo que pasa es que la banda está borracha, está borracha, está borracha….

La canción se fue de boca en boca hasta la orquesta del Maestro Piña, que la hizo popular en fiestas y reinados. Los Corraleros de Majagual eran la sensación para la época, Wicho creó los Laceros del Vallenato. Si ellos son corraleros, nosotros enlazadores. Con Juancho y Fello Calderón, y los acordeoneros Víctor Camarillo y Elías Guerra, buscaron grabación en Cartagena para dos joyas de su autoría, “Penas Negras “ y “Campesina Ibaguereña” pero estando en la heroica las cosas no resultaron, pero sí al Viejo Piña que estaba grabando la Banda Borracha con autor desconocido. ¡¡¡Qué Vaina….!!!

Con la contrariedad por el insuceso, el no estreno de los Laceros y su canción en otras manos, olvidaron el camino al Valle, para evitarse la burlita de los amigos y fueron a parar a Gamarra en plena feria Ganadera, allá fueron la locura y de inmediato los contrataron para la Fiestas del Petróleo en Barrancabermeja, donde se encontró con Alfredo Gutiérrez y le contó la historia de la banda borracha, de inmediato le firmó contrato de exclusividad a Sonolux y con un cheque de $10.000, pesos en la mano ( un platal ),  dice Sánchez, lograron parar el disco del maestro Piña en discos Fuentes Cartagena. Tremendo lío, los acetatos ya estaban prensados y lo amenazaron por gastos y otras cosas, pero se defendió con otro cañaguatero y joven zorro del derecho por ésa época, Aníbal Martínez Zuleta, (Q.E.P.D); Hoy siguen siendo dos viejos zorros, uno de la política y las mujeres y el otro de los cantos y los cuentos.

Pero el amor no estaba ausente en el cantor vallenato, varias muchachas de diferentes colores y sabores pasaban para aprovechar su primavera y él, como los pájaros, que beben y cantan, comen y vuelan. Aplazó las morenitas picantes del sector y trigueñitas que asomaban por los sembradíos vallenatos, apareció una cabellona de ojos negros y ancestros kamkuamos de nombre María a quien dejó de recuerdo su primera hija, María Alexandra. La madre, una tarde partió para la inmensidad de la Sierra Nevada, tal vez a pagamentos ancestrales y le perdió el rastro.

Viajando para Barranquilla en un camión lleno de aguacates, su corazón se acordó y le susurró Penas Negras… Por cultivá un amor, lo que cultivé fue penas, penas que no se borran ni con cien años de ausencia… para que llorar, para que sufrir, olvida esa pena, si la pena está muy dentro de mí siempre me atormenta.

Wicho seguía en su valle, los meses fueron pariendo las semanas a su manera, pero el hombre necesita creer en algo y cree en las mentiras cuando no encuentra verdades en que creer, por esas convicciones se casó con Tulia Cartagena, pero tantos los desacuerdos de pareja, ella quería niñas y el niños, ganó la partida como padre de Wilson, Edgar y Olger, ella partió con sus desacuerdos dejándole los críos que levantó con el apoyo de su madre María y su hermana Hilda.

Al otro lado, el alma, aparece en tiempos de crisis le inspiró su canción…Recuerdo que un 29 de Julio, fue cuando un cura dicto mi sentencia, se apoderó sin piedad y sin clemencia, la maldición que el alma ha llevado.

Cuando uno se casa, por cumplir requisitos, el corazón piensa en otras cosas, el compositor venía de unos amores tormentosos con una muchacha que sus padres trasladaban a diferentes pueblos evitando amoríos, finalmente la enviaron a Nazaret en la impenetrable Guajira, y soñó cantándole desesperantes versos en “Sin Remedio” un vallenato que se volvió clásico…..Tu sabes muy bien morena, que vine fue solo a verte, fue tanta mi mala suerte, que aumentaron fue mis penas…..Yo no soy culpable de que tus padres a mí no me quieran, ya haré la manera, pa´que nos quieran iguales.

Pasando esos dolores estaba, cuando Olguita Valle, encargada de llevar una delegación vallenata a Ibagué, lo invitó con su grupo, sugiriéndole componer algo para la ocasión y esa melodía por encargo llegó a manos llenas cuando canta…

Voy a hacer un recorrido, por los montes de Ibagué; a buscá una campesina, que me han dicho que es muy linda, pero no se deja ver campesina, de la montaña, porque no sales, tu amor me mata. Si tuviera tu cariño te llevara para el valle pa´que fueras vallenata.

La canción logró alardes de folclor y de poesía. Los ibaguereños la  consideraron un verdadero regalo, tanto que la tienen como himno musical de la ciudad.

En la actualidad Wicho pasa temporadas en Riohacha donde lo quieren igual que en el Valle y se siente guajiro a sus anchas, disfruta delicias marinas al igual de animales criollos que caza en complicidad de Ilvio Díaz, Silvio Castilla, Rúa y Omar González, llaves de parrandas.

Así le pasa la vida, mientras llegan pequeñas regalías de Sayco y canta feliz su canción de siesta…

En medio de la montaña, se oye el cantar de un sinsonte, allí debajo del monte tengo mi humilde cabaña…

Wicho Sánchez el vallenato sencillo y fresco que se volvió universal vive y vivirá por siempre, sin tantos perendengues. Wicho murió en la mañana de este 22 de octubre a sus 82 años en Valledupar. Paz en su tumba.

Por EDGARDO MENDOZA
Especial para El País Vallenato

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *